- ¡¡¡DANTE!!! - gritó Helena mientras surcaban los cielos en aquella "habitación" que Hefesto había diseñado. El dios los había metido en una especie de catapulta que supuestamente les mandaría al Campamento Mestizo y ahora mismo debían de estar surcando los cielos a la altura de los aviones.
- ¡¿Y qué demonios tengo que hacer yo?! - respondió el chico mientras sentía como su estómago daba un vuelco. De golpe, todo a su alrededor se congeló durante unos segundos y dejaron de subir. Para ahora, caer.
El hijo de Marte casi pudo sentir como su alma se quedaba en las nubes mientras se precipitaban hacia el suelo. Dante y Helena siguieron gritando mientras la chica apretaba su mano hasta casi partirle los dedos. Él simplemente se limitaba a rezar porque nadie saliese peor de lo que ya estaba yendo. Sin embargo, un fuerte chasquido metálico llamó su atención. El hijo de Marte miró al frente y vio como la manivela empezaba a sacudirse hasta que saltó por los aires.
Fase de prueba, recordó Dante mientras la puerta se abría de golpe. Una fuerte racha de viento entró por ahí y le golpeó en el rostro - ¡¡¡DANTE!!! - volvió a chillar su compañera. Viendo por aquel hueco Dante pudo ver durante unos segundos la isla de Manhattan.
Manhattan, pensó. Si ya habían llegado a la ciudad de Nueva York no debía de quedar mucho para estrellarse contra el Campamento Mestizo. Hefesto les había asegurado que estarían bien, pero el dios no había dicho nada de que la puerta se tuviese que abrir. El hijo de Marte miró a su lado, donde Helena miraba hacia el frente con el rostro completamente blanco.
Dante se liberó de su arnés mientras se aferraba a los brazos del sillón. A duras penas consiguió llegar a la puerta y se asomó al exterior. Ya habían pasado la ciudad de Nueva York, por lo que a esa velocidad no debería de quedar mucho para llegar a su destino. Se giró y vio como a su alrededor toda la habitación empezaba a desmenuzarse poco a poco. Las paredes se resquebrajaron, los tornillos saltaron y los tablones del suelo se rajaron.
Dante se acercó a Helena - ¡¿Confías en mi?! - le preguntó a la chica con un intento de sonrisa - la chica no respondió, pero asintió energéticamente - ¡Genial! ¡Pues cierra los ojos! -
Ella hizo lo que le pidió mientras el hijo de Marte empezaba a tantear su arnés. Liberó a Helena de las correas y la abrazó con fuerza mientras se aferraba a la única pared que no parecía que se fuese a deshacer en aquel momento. Apoyándose, llegaron al marco de la puerta - ¡¿Cuál es el plan?! - preguntó la hija de Apolo.
- ¡¿El plan?! - respondió él mientras el fuerte aire perforaba sus oídos - ¡El plan es una locura! -
Fuera, pudo ver como la costa de Long Island se perfilaba. En menos de unos treinta segundos incluso pudo ver la playa del Campamento Mestizo. Es ahora o nunca, pensó el y entonces tomó una de las decisiones más estúpidas que había tomado en su vida. Envolvió a Helena entre sus brazos... Y saltó.
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Annabeth estaba preocupada. Percy ya debía de haber dado señales de vida. La misión a la que había partido era peligrosa, pero era en el mar. Si había algún lado en el que Percy iba a estar bien era en el mar - Él está bien... - murmuró la chica mientras enterraba su rostro entre sus rodillas - Tiene que estar bien... Por favor... Que esté bien -
Entonces, un fuerte sonido tronó en el aire. La chica miró a los cielos, pensando qué tal vez el dios del rayo había mandado alguna señal. Sin embargo, lo único que vio fue una especie de bola de fuego que volaba sobre la barrera mágica del Campamento Mestizo. Afinó la mirada justo cuando una especie de bulto se separaba de la bola de fuego y se precipitaba sobre las aguas de la costa de Long Island.
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ARES #5 // DIOSES DEL OLIMPO
FanficProtege a quien quieres... El momento ha llegado. Los ejércitos están listos. Cada pieza ha sido colocada en su lugar, y llega el momento de la batalla donde el futuro del mundo y de la humanidad será puesto a prueba. Quinto libro de la saga Ares.