VIII

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- ¿Crees que estará bien? - preguntó Reyna mientras Jason se sentaba sobre el capó del coche. Después de completar la evacuación de la zona ambos pretores se habían "acercado" a la zona cero de la explosión. A una distancia segura pero desde la que podían ver el avión dando vueltas en círculo.

Jason comprobó su reloj. Quedaban tres minutos para la explosión - Sí... Si el dijo que estará bien lo estará - respondió con seguridad.

Reyna se sentó a su lado y le observó de reojo. Parecía estar seguro de sus palabras pero jugueteaba con los dedos, intentando liberar un poco de su nerviosismo - ¿Cómo puedes confiar tanto en alguien que esconde tantos secretos? - le preguntó volviendo a fijar su atención en el avión que daba vueltas en el cielo cual cóndor acechando a su presa.

- Bueno... Dante es alguien complicado - respondió con una media sonrisa - Pero siendo objetivo él nunca me ha fallado... Sí, desapareció durante casi diez años y es obvio que esconde muchos secretos. Pero él siempre ha cumplido con su deber. Sé que puedo confiar en él... Quiero confiar en él -

Reyna no parecía del todo segura pero asintió - Veamos si ese poder del que tanto habla es suficiente - respondió mientras ambos volvían a fijarse en el avión. Durante los próximos minutos ninguno dijo nada. Y no se movieron hasta que el avión cambió de dirección y apuntó hacia abajo - Parece que ha llegado la hora -

Los próximos segundos Jason los vivió con el corazón en un puño. Confiaba en Dante pero aún así cuando el avión hizo contacto con el suelo y desató aquella enorme explosión pensó que era imposible que alguien saliese con vida de aquello. Primero vieron la explosión. Una enorme bola verdosa que debía de tener unos veinte kilómetros de diámetro. Después les llegó la onda de choque que destrozó los cristales del coche. Y por último, les llegó el sonido. Era la primera vez que vivía en directo una explosión como aquella. Pero estaba seguro de que aquel sonido era el sonido de la muerte en estado puro.

Cuando la explosión se deshizo pudieron ver cómo frente a ellos se extendía un mar de absolutamente nada. La explosión había sido tan poderosa que había arrasado con absolutamente todo. Ambos semidioses quedaron mudos durante unos segundos. Sabían que el poder destructor de aquella arma era enorme. Pero verlo con sus propios ojos lo cambiaba todo. ¿De verdad alguien podía sobrevivir a eso?

Caminaron durante unos minutos hasta estar a solo unos pasos del borde de aquel enorme cráter. Era como si un meteorito se hubiese estrellado frente a sus ojos. Jason escrutó todo aquel desierto en busca de algo, alguna señal de que su amigo siguiese vivo - Tiene que estar vivo... - musitó mientras daba el primer paso en aquel cráter.

Durante casi una hora avanzaron hacia el centro de la explosión en el más absoluto de los silencios. No necesitaban buscar mucho ya que no había absolutamente nada. Solo iban a avanzar hasta que encontrasen algún rastro del hijo de Marte. Pero con cada paso que daba Jason, sus esperanzas se desvanecían hasta que su compañera habló - No es posible... - musitó con la mirada desenfocada.

Jason siguió su mirada y distinguió una figura humana a unos doscientos metros. Estaba sentado y le daba la espalda. Pero solo había un ser en este mundo que pudiese estar allí en aquel instante. Los dos salieron corriendo en su busca. Sin embargo, cuando solo quedaban unos diez metros ambos se quedaron congelados. Sin lugar a dudas era Dante. Estaba sentado sobre una pequeña roca y miraba el vacío como si lo más interesante que hubiese allí fuese el horizonte. Pero había algo que estaba mal. Su ropa estaba hecha pedazos y casi toda su piel estaba calcinada por la explosión. Una de sus manos había sido completamente borrada del mapa y su pierna derecha colgaba de un par de tendones. Pero lo que más llamaba la atención era el enorme boquete que atravesaba el lado derecho inferior de su torso.

ARES #5 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora