XVII

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- ¿Quieres que hablemos de lo que acaba de pasar? - preguntó Helena cuando entraron al Plaza. El hijo de Marte no dijo nada y caminó hasta la terraza donde Annabeth descansaba. La chica debía de estar agotada, ya que en los pocos minutos que Dante había estado fuera se había quedado dormida - Dante... - le llamó Helena mientras se apoyaba contra el marco de la puerta.

- A veces se me olvida que solo son una críos - dijo mientras tomaba a la rubia entre sus brazos. Dejó a Annabeth en una habitación donde pudiese a estar a salvo y volvió a salir con Helena - Tienen que entender que esto es una guerra... Una guerra total -

- Bueno... - musitó ella mientras pasaba sus brazos alrededor de la cintura de su novio - Tu mismo lo has dicho. Solo son críos... Pero para eso estamos los mayores. Para enseñarles y para hacer lo que ellos aún no pueden -

- ¿Estás de mi parte? - preguntó el chico sorprendido - Pensaba que me ibas a echar una bronca... Y de las gordas -

Helena le miró de mala manera, levantando una ceja - Siempre he estado de tu parte - dijo mientras volvía a mirar al horizonte. A lo lejos el sol acababa de esconderse y la luna comenzaba a brillar en el cielo - Puede que a veces parezca que eres el malo de la película... Pero eso solo es porque eres el único lo suficientemente valiente como para hacer lo que el resto no puede -

- O lo suficiente desalmado... - suspiró él mientras depositaba un suave beso en la cabeza de la chica.

- No, Dante - respondió ella, mirándole directamente a los ojos - No eres desalmado. No eres mala persona. No eres un monstruo. Todo lo que siempre has hecho ha sido preocuparte por nosotros. Y puede que sea nuestra culpa que a veces no lo apreciamos -

Ambos se quedaron en silencio durante unos segundos hasta que Dante volvió a hablar - Ya lo dije hace tiempo... - musitó - Haré lo que haga falta para protegeros. Aunque eso haga que me odiéis por el resto de vuestras vidas -

Helena tomó el rostro del semidiós con delicadeza - Créeme... No podríamos odiarte. Yo lo intenté. Pero cuando entendí por qué lo hacías... Me fue imposible - Dante se quedó hipnotizado por los ojos de la chica - Puede que ahora Percy crea que estás equivocado... De hecho, puede que estés equivocado. Pero ese chico te necesita más que a nadie... Percy es demasiado inocente. Necesita a alguien que haya visto lo que tú has visto -

- Necesita un cínico - completó él con una sonrisa sarcástica.

- Pues sí - asintió la chica - Tú eres un cínico, él es un soñador. Sois una buena pareja -

El silencio volvió a envolverles. Sin embargo Dante sentía que Helena era la única persona con la que podía no decir nada durante horas y jamás sería incómodo - ¿Sabes qué? - dijo la chica con una sonrisa triste - Me han ascendido... Soy la nueva líder de la cabaña de Apolo -

- Lo siento - susurró él mientras besaba su cabello - Fue culpa mía -

Ella negó suavemente - Michael fue un héroe - dijo - No es culpa tuya... No eres el responsable de nuestras vidas -

Dante se colocó frente a la chica y la miró directamente a los ojos - De la tuya sí... - dijo con determinación - Te protegeré. Que te quede bien claro -

Ella sonrió por lo bajo y le abrazó - Recibido -

Ambos se quedaron allí, abrazados durante un minuto. Y sólo se separaron cuando Thalia llegó - Dante. Te necesitamos - dijo la cazadora.

- ¿Para? - preguntó él mientras se separaba de su novia.

- Percy tiene una reunión y necesita un guardaespaldas.

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La bandera blanca se distinguía a un kilómetro de distancia. Era tan grande como un campo de fútbol y la llevaba un gigante de piel azul y pelo gris helado que debía de medir diez metros - Un hiperbóreo - comentó Dante mientras avanzaba al final del grupo.

ARES #5 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora