EPÍLOGO (DANTE)

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Cuando Dante abrió los ojos se encontró en una especie de sala de espera, pero ambientada en el siglo XVII. Era oscura, de muros de ladrillo y estaba iluminado por un par de candelabros que colgaban de un techo tan alto que no alcanzaba a verlo - No recordaba el Hades así... - musitó mientras se acercaba a una ventanilla. Sobre esta se podía leer en griego: Información - ¿Por qué me siento como en un libro de Lovecraft? -

- La verdad, me sorprende que conozcas a H.P. Lovecraft - respondió una voz a su espalda - Y efectivamente, esto es el Hades. Pero una zona muy especial. Reservada a las almas más importantes. Al jefe le encanta el estilo victoriano -

El hijo de Marte se giró para encontrarse con la severa mirada de la Muerte - Tánatos - le saludó con una sonrisa.

- Una sonrisa... Es algo que no se suele ver aquí abajo - mencionó el dios. Este avanzó hacia el chico mientras plegaba sus alas - Así que al final has muerto -

- Eso parece - asintió Dante mientras miraba a su alrededor - Osea que estoy en una especie de sala VIP -

- El Olimpo solicitó que se te diese el mejor trato posible. Por eso entre otras cosas se te ha permitido conservar tu cuerpo físico - respondió Tánatos. Chasqueó los dedos y sobre su mano derecha surgió una bandeja con un variado surtido de comida - ¿Quieres algo de comer o de beber? -

Dante observó la bandeja con recelo - Tánatos... Ya te lo dije el año pasado. Eres la Muerte. Cuando haces estas cosas no eres encantador... Das mal rollo -

- ¿Eso es un no?

- Es un no - afirmó el chico. El dios volvió a chasquear los dedos y la bandeja se esfumó en una voluta de humo - Mira, tú trátame como me tratarías normalmente -

El dios se irguió y sacó su tablet - De acuerdo - musitó mientras comenzaba a teclear - Veamos ahora te toca asistir a tu juicio -

- Genial - dijo Dante con energía mientras se encaminaba hacia la salida - Vamos para allá -

Sin embargo, en cuanto dio un paso Tánatos le cogió del cuello de su camiseta - Pero antes... Tienes un invitado que te acompañará -

- ¿Un invitado? - respondió el chico preguntándose quién demonios querría hacerle una visita en el Hades. Es decir, sabía que era popular pero no llevaba ni una hora muerto. Como respuesta una de las puertas laterales se abrió y de entre las sombras surgió una luz que tomó la forma de una niña de ocho o nueve años. Dante estaba seguro de no haber visto a esa cría en su vida. Sin embargo, reconocería aquella mirada ardiente en cualquier lugar - Hestia -

La diosa se le acercó con una sonrisa y cuando estuvo frente a él abrió los brazos. Dante se agachó y la abrazó con fuerza - Lo has hecho muy bien, Dante - le dijo - Estoy muy orgullosa de ti -

- Ha sido duro - suspiró el chico en su hombro mientras la apretaba aun más fuerte.

- Lo sé, querido - respondió la diosa cuando se separaron - Pero lo has hecho muy bien. Estoy segura que cualquiera en tu situación habría fracasado -

Dante le sonrió a la diosa. No estaba tan mal que alguien le reconociese sus esfuerzos - ¿Cómo está todo por allí arriba? - preguntó mientras miraba hacia el infinito techo que se alzaba sobre ellos.

- Helena está bien - respondió la diosa al instante, captando lo que le estaba preguntando en realidad - Dolida. Triste. Pero es una chica fuerte estará bien -

- Genial - sonrió Dante por lo bajo. Sabía que Helena estaría bien. Odiaba no haber podido despedirse de ella. Le hubiese encantado aguantar un poco más, al menos hasta poder ver su rostro una última vez. Pero ya daba igual, no había marcha atrás.

ARES #5 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora