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- Más rápido Blair - le regañó Dante - No apartes la mirada. Cuidado con tus pies. No bajes tanto la espada - 

- ¡Son demasiadas cosas! - protestó la niña mientras el hijo de Marte la derribaba por vigésima vez - ¿Cómo haces para pensar en todo eso mientras peleas? -

- Muy fácil - respondió él mientras enfundaba la espada de entrenamiento. Estaban en una esquina de los Campos de Marte, haciendo un pequeño entrenamiento para rebajar los nervios. Llevaba tres días entrenando a Blair, lo que significaba que aquel era el día límite. Aquella misma tarde comenzaba el asalto al Monte Otrys - No lo pienso. Simplemente lucho - le tendió la mano a la niña para ayudarla a levantarse - De todas formas, lo haces bastante bien para el entrenamiento que tienes. Tienes buenos instintos. Solo necesitas un poco más de tiempo - 

- No tenemos tanto tiempo... 

- Créeme, tendrás mucho tiempo para entrenar cuando ganemos esta guerra - dijo Dante mientras soltaba una carcajada. 

- Y tú tendrás mucho tiempo para enseñarme - contestó ella con una sonrisa.

Sin embargo, en cuanto dijo aquello la sonrisa de Dante se esfumó. Un par de horas... Ese era todo el tiempo que le quedaba hasta ir a la guerra. La guerra en la que se decidiría el futuro del mundo. Y la guerra en la que pasase lo que pasase él no saldría vivo - Sí... Te enseñaré todo lo que se - respondió mientras dejaba su espada sobre el banco - Vamos a descansar un rato... - 

Sacó su nuevo teléfono, cortesía del Campamento Júpiter y revisó los mensajes. El último que tenía era un OK de Annabeth. En el Campamento Mestizo ya estaban empezando a prepararse para marchar hacia el Olimpo. Sabía que en el Campamento Júpiter no era tan bienvenido como con los griegos. Los romanos siempre habían sido más serios y desconfiados. Pero también sabía que su presencia allí rebajaba los nervios generales de los soldados. Como si el resto de semidioses supiese que mientras él estuviese allí no iba a ocurrir nada. 

- Dante - le llamó Blair, sacándole de sus pensamientos - ¿Quién es ella? - preguntó mientras señalaba una figura que acababa de aparecer de la nada. Era una niña, sentada al lado de una hoguera que ardía con suavidad.

Dante se levantó y se acercó con paso seguro - Ven Blair. Quiero que conozcas a alguien -

- Así que esta es Blair - dijo Hestia mientras se limpiaba el polvo de su falda - Es un placer conocerte cariño. Dante me ha hablado mucho de ti - 

- Blair, te presento a Hestia, diosa del hogar - la niña se quedó mirando a la diosa sin saber muy bien que decir o hacer. Aquella presentación era tan casual que no parecía que estuviese hablando de una diosa. Eso y el aspecto de niña de ocho años hacían que Hestia pareciese de todo menos una deidad del Olimpo - ¿No vas a decir nada? - preguntó Dante.

Blair asintió y agachó la cabeza frente a la diosa - Es un honor conocerla -

Hestia rio suavemente e invitó a los dos chicos a sentarse en la hoguera junto a ella - Siento interrumpir vuestro entrenamiento pero tenía que hablar con Dante - explicó - ¿Has oído las noticias? ¿Sabes lo que está pasando con Tifón? -

Dante miró a Blair de reojo. La niña tenía la mirada fija en la diosa como si no hubiese otra cosa en un kilómetro cuadrado - Blair... - la llamó Dante, sacándola de su embelesamiento - Vuelve a tu barraca y date un baño. Esta noche te llevaré a cenar a un restaurante de Nueva Roma -

- ¿En serio? - preguntó la niña emocionada - ¡¿No es broma?! ¡¿Es en serio?! -

- Es en serio sí... - suspiró él con una suave sonrisa - Venga tira. Cuando acabe de hablar con Hestia iré a buscarte - 

ARES #5 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora