XXI

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- Esto es una locura - dijo Dante cuando llegó al pie del edificio contra el que parecía que se iba a estrellar el helicóptero. Sobre él, Annabeth y Percy surcaban el cielo a lomos de un pegaso. Entre todo aquel ruido Dante pudo oír unos gritos provenientes de la cabina. Afinó la mirada y distinguió dos figuras. Una de ella estaba desmayada sobre los mandos de ml helicóptero, a su lado, una pelirroja gritaba como loca y golpeaba el cuadro de mandos en un intento de mantener el control de aquel aparato.

- ¡¡Dante!! - gritó Annabeth mientras surcaba los cielos a lomos de Guido - ¡¡Estabiliza el helicóptero!! -

- Estabiliza el helicóptero... Para una bomba atómica... Derrota a un titán... Que fácil es decirlo - musitó el hijo de Marte mientras alzaba las dos manos. Desde su pelea con Hiperion solo había podido echar una pequeña siesta en Central Park. Eso sí, esperaba que fuese suficiente para poder controlar aquel helicóptero. Convocó el Toque del Monarca y envolvió con este el vehículo. Su estructura metálico crujió y se sacudió pero en vez de caer en picado Dante fue capaz de estabilizarlo. Para mala suerte de todos, no se coordinó del todo bien con Percy y Annabeth quienes volaban hacia el helicóptero a lomos del pegaso Guido.

Pasaron tan cerca del rotor que este tiró del corcel volador, se golpeó un ala con la plancha del helicóptero y cayó con Percy a plomo, dejando a Annabeth colgada del aparato. La hija de Atenea luchó por entrar en la cabina mientras Dante intentaba que no se estrellasen contra el edificio más cercano. Sin embargo, de reojo vio como Percy y Guido se precipitaban en picado contra el suelo. En menos de una fracción de segundo sacó una mano, lo que redujo su control sobre el helicóptero y atrapó a su amigo y al pegaso antes de que se convirtiesen en una mancha roja en el asfalto. Dejó a los dos cerca de Quirón quien empezó a tratar al corcel y volvió a centrar su atención en el helicóptero. Milagrosamente, este volvió a estabilizarse solo. Describió un círculo, se quedó suspendido en el aire y lentamente, comenzó a descender. Pareció tardar una eternidad, pero por fin tomó tierra en medio de la Quinta Avenida con un golpe sordo.

Lo último que Dante vio antes de desplomarse hacia atrás fue a Annabeth detrás del cuadro de mandos del helicóptero y a la chica pelirroja saliendo de este, con el rostro completamente verde - No sabía que pudieras pilotar un helicóptero - jadeó el chico.

- Ni yo - contestó ella - Pero mi padre está obsesionado con la aviación. Además, Dédalo tenía algunas notas sobre máquinas voladoras. Así que he manejado los mandos por deducción -

- Me has salvado la vida - dijo la pelirroja quien miraba a la hija de Atenea con los ojos abiertos como platos.

Annabeth flexionó el hombro donde tenía una pequeña herida - Sí, bueno... no vayamos a convertirlo en una costumbre. ¿Se puede saber qué haces aquí, Dare? ¿No se te ocurre nada mejor que volar por una zona de guerra? -

- Yo... - Rachel pareció dudar un poco en su respuesta - Tenía que venir. Sabía que Percy estaba en peligro -

- En eso acertabas - refunfuñó Annabeth - Bueno, si me disculpáis, voy a ver si nuestro juggernaut de confianza sigue vivo - señaló a Dante quien seguía tumbado en el suelo con el pulgar levantado al cielo - Me alegra que hayas podido pasarte por aquí, Rachel -

- Annabeth... - murmuró Percy mientras veía a la chica alejarse.

- ¿Cómo vas campeón?

Annabeth se agachó junto a Dante quien simplemente le sonrió - ¿Me ayudas a levantarme? - ella pasó el brazo del chico por encima de su hombro y se levantaron - ¿Esa es Rachel? - le preguntó cuando vio a la pelirroja. Esta estaba sentada en el bordillo, agarrándose la cabeza mientras hablaba con Percy.

Annabeth sentó a Dante en un banco que había cerca y sacó unas vendas del bolsillo y comenzó a curarse la herida del hombro - Sí... - respondió ella, con claro mal humor.

ARES #5 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora