Irina acaba de decir que Henry, el amigo con derecho de Sam, es gay. Y al momento la aludida se ha mostrado furiosa; lo sé porque la conozco lo suficiente como para no fijarme en el tono rojizo que han adoptado sus mejillas, y la manera en la que mira a su hermana mayor: como si quisiera lanzarse encima de ella.
Todo esto del amigo con derecho me ha provocado varias ideas: no podría aceptarlo frente a nadie, pero se siente extraño imaginar a Samantha en un embrollo de esos. Su familia, sus padres, son las personas más conservadoras que conozco, así que me cuesta mucho comprender por qué le han permitido arriesgarse de esa manera.
Durante unos minutos, no se oye más que el sonido de los cubiertos y las respiraciones de los presentes, por lo que, tras hacer una inspiración profunda, para darme valor y para ayudar un poco a Sam (aunque no me haya pedido auxilio), digo—: Cuando mi agente supo del amorío con Charlotte —Sara Laurent, con gesto aliviado, me lanza una mirada que yo interpreto como una de agradecimiento. Entonces, los ojos del resto de los presentes se posan en mí, dejando a Sam, pasmada e intranquila, en su silla— me hizo pagar veinte de los grandes a una fundación defensora de los animales. Luego envió la noticia a todas las revistas, para que lo hicieran público, y la atención se desvió.
Tiene que pasar mucho para que alguien deje el tema por la paz; es Taylor quien narra cómo me dijo que ese tipo de cosas son las que están esperando los reporteros amarillistas, y que, en el mundo del deporte, es como arrojar dinero hacia el cielo. Pero yo pienso que, lo que pasó con Charlotte, se fue mucho más allá de la cuestión monetaria.
No me interesó pagar esa cantidad de dinero para que los medios me dejaran tranquilo. Sino que, al notar cómo ella jamás iba a dejar a su marido, me percaté de cuán solo estaba. Eleanor, mi madre, vive corriendo de un lado para otro del estado, en campañas políticas y haciendo las veces de niñera del tipo para el que trabaja en el gobierno. Fuera de ella, Taylor, su familia, y el equipo de fútbol, no tengo absolutamente nada.
Un hombre no puede despreciar las bendiciones que lo rodean, pero yo no logro evitarlo. Perdí algo cuando confié en una mujer que, en determinado momento, eligió a otro. Alguien con una carrera mucho más ostentosa, mucho más preparado. Y, de hecho, que Taylor o Bee o Josh, mis amigos, me dijeran que Charlotte era una mujer frívola y con ninguna capacidad de amar a nadie más que a ella misma, en su momento, me pareció un insulto.
Ahora es la única verdad que me gobierna: que ella tenía otras prioridades y yo no quise verlo nunca.
—¿Hay novatos para el campamento?
La voz de Martin Laurent resuena con una asombrosa forma de sacarme de mis cavilaciones. De modo que alzo la mirada hacia él, pero dejo que Taylor sea el que responda.
Él hace mención de que estaremos un par de semanas, y de que un par de novatos han sido reclutados con el último draft, pero que aún no sabemos si formarán parte del equipo durante la temporada regular. Es así como me doy cuenta de que, el padre de mi mejor amigo, es un hombre cabal y certero: ha hablado justo cuando el momento sobre mi vida privada dejó de ser un chascarrillo.
A veces, sin quererlo, Taylor es abrumador; sé que lo hace por el lugar en el que me tiene, pero eso no deja de agotarme. El que me presione hasta el cansancio con la idea de que debo sentar cabeza, me resulta fatigante.
Justo en esta parte de mi vida, las relaciones monógamas se ven distantes y frías para mí.
—Bueno —ataja Martin, cuando Tay dice que Bee está por ser elegido el mejor jugador de entre no sé cuántos—, Brent es una bestia en el campo. Hay que reconocerlo. Pero —alza la mano para limpiarse la boca y entonces agrega—: cambiando de tema: el sábado será la última fiesta de beneficencia con favor del desastre en la escuela a la que asistieron. Así que me harían un grandísimo favor si estuvieran allí.

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Kamikaze
RomanceVersión de ECLIPSES narrada por Ramsés, el protagonista. Es recomendable haber leído aquella, aunque no obligatorio. *** Ramsés Neil es el receptor estrella del equipo de Fútbol Americano de Atlanta, el mejor hijo del mundo, el mejor amigo de Tayl...