Nunca me he peleado con Taylor a pesar de su genio. Me atrevo a decir, que nadie lo conoce tanto como yo. Durante la universidad, crecimos juntos aunque lo hicimos en distintas direcciones: él se enamoró de Lana cuando estaba a punto de egresar, un año antes de su reclutamiento. Yo, por otro lado, decidí enfocar la atención en mi carrera.
Cuando los Titanes tuvieron la suerte de poder elegirlo antes que nadie en el draft, me sentí muy afortunado. Pero, en ciertas ocasiones, me he descubierto a mí mismo teniendo envidia de su vida. No solo de cómo encontró un equilibrio perfecto entre su relación con Lana, que es abogada, y el fútbol. Sin embargo, hay otras veces en las que no quisiera estar en sus zapatos.
Una sensación de agobio se ha formado en mi pecho. De pronto, mis órganos parecen comprimidos en mi cuerpo y, cada uno de mis músculos, se halla tenso. Todo gracias a lo que acabo de oír. Esas palabras que, sin que Tay lo sepa, han calado hasta lo más profundo de mis sentimientos por él, de la lealtad que le tengo.
Acabo de descubrir que puedo desafiar mi amistad si esta pone en peligro cualquier cosa que haya nacido entre Sam y yo. Y, sin importar lo confundida que se mostró por la mañana, sé que al menos yo debo mostrar madurez.
El rostro de Sam luce desencajado. Su expresión infantil, esa mirada tierna que me gusta tanto, se ha desorbitado a un grado que solo demuestra dolor. La comprendo tanto justo ahora, que al escuchar a Taylor hablarle de esa manera, me permite entender lo diferente que es tener a alguien a quien proteger, y no hacerlo.
—Taylor —lo llamo.
Pero él no se gira a mirarme. Me digo que debería estar haciendo caso de mis manos empuñadas. Las cuales, gracias al cielo, él no tiene oportunidad de ver porque está ocupado gritándole a su hermana.
No quiero reaccionar de este modo, pero lo hago. Lo hago porque me preocupa cómo Tay está hiriendo a Sam sin apenas darse cuenta. Tampoco quiero que la máscara de debilidad en ella sea un incentivo para mi ego y, de hecho, aunque me avergüenza decirlo, lo hace: porque si está triste a causa de que Taylor le ha dicho que podría arruinarme la carrera, quiere decir que su indiferencia matutina fue un mero escudo.
Estoy feliz por que su cuerpo emita las cosas que no puede decir en voz alta, y al mismo tiempo, me hierve la sangre luego de oír cómo Taylor le ha recriminado algo que no debería de importarle. Aun así, sé que lo hace porque la ama, porque se preocupa por ella; y, de todos modos, quisiera hacer uso de la fuerza para ayudarlo a entender un poco a Samantha.
—¡No! —estalla él, las manos puestas en la cadera.
Sam está justo enfrente, con la mirada clavada en su hermano. Tiene los ojos llenos de lágrimas y yo no puedo creer que Tay no se haya dado cuenta.
—Si quiere jugar a los adultos lo mejor será que vaya acoplándose a la problemática adulta —repone Taylor, con su tono exigente e irritante a veces—. ¿O te piensas que todo es caridad y libros? El día que midas las consecuencias de tus actos como una verdadera adulta, entenderás que decir lo primero que se te ocurre no es lo mejor, aun cuando satisfaga tus caprichos.
En el fondo, algo de lo que dice es cierto; no se puede ir por la vida esperando que todo sea color de rosa cuando nada se toma en serio. Sam, con sus líos amorosos y las malas decisiones que ha tomado, tampoco es que tenga que consultarle a alguien para elegir sus caminos, pero eso no evita que, los que le aman, no se preocupen mientras lo hace.
Nadie debería de hablarle como lo está haciendo Taylor, y en parte, quisiera poder intervenir. No obstante, si lo hago, las cosas cambiarán de rumbo, perderé a mi mejor amigo, y en el camino quizás a ella. Porque él seguirá siendo su hermano y el lazo de sangre que los vincula no se romperá por nada. En cambio conmigo, podría arrepentirse de un momento a otro. Podría cambiar de opinión y lo que sea que haya entre nosotros habrá terminado.
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Kamikaze
RomanceVersión de ECLIPSES narrada por Ramsés, el protagonista. Es recomendable haber leído aquella, aunque no obligatorio. *** Ramsés Neil es el receptor estrella del equipo de Fútbol Americano de Atlanta, el mejor hijo del mundo, el mejor amigo de Tayl...