28
Después de escuchar a Taylor esta mañana, la verdad es que no tengo muchos ánimos de recibir el balón desde unas manos que deberían de ser las suyas. Un grito gutural, proveniente de Cox, hace que me hierva la sangre en enojo. Al parecer, necesito poner de mi lado para conectar un lanzamiento en conjunto con el mariscal novato que reemplazará a Tay esta temporada.
El estadio está inundado de asistentes, reporteros, novatos y veteranos del equipo. Todos andan de un lado para otro, como grillos en una olla enorme; el ruido resulta ensordecedor. Mientras miro a Josh, que está siendo cronometrado en este instante, compruebo que ninguno de los que somos cercanos a Taylor nos encontramos en la cima del ímpetu para comenzar los partidos.
Quizás algunos ya se hicieron a la idea; no tendremos oportunidad esta temporada. El equipo está demasiado decaído, y Cox lo sabe.
Un pitido resuena en el aire. A lo lejos, al tiempo que empiezo a caminar, veo que Elle charla con Sam.
Verla es todo lo que necesito para que mis energías se renueven. Así que, en compañía de Bee, que ha sido el único capaz de separar la situación del compromiso que tenemos con los Titanes, empiezo a recorrer el tramo que me separa de Samantha, cuya mirada ausente se posa en la mía.
Veo cómo se gira para darme la espalda. Sus manos rodean su cuerpo delgado. A un lado de ella, Elle sacude la cabeza y sonríe. Notarlas en una escena como esa, de intimidad, me remueve los recuerdos. Hace ya más de tres años que ocurrió un desliz en su relación, y con la edad que tienen ambas, estoy seguro de que han comenzado a frecuentarse más.
Desde que Sam organizó la cena para el candidato, han estado yendo y viniendo juntas.
—Pensé que te vería en casa —musito, junto a su oído.
La he abrazado por la cintura, y en cuanto puedo pegarla a mí, sus manos sujetan las mías a modo de aceptación. Como ella no muestra indicios de querer darse la vuelta, frunzo el ceño y miro en dirección de Elle, que se muerde el labio inferior e inspecciona el rostro de su amiga. Bee también tiene la cara llena de confusión.
Y entonces comienzo a preocuparme.
Obligo a Sam a que se gire, tomándola por la cadera.
—Queríamos comer algo para confiarles sobre un proyecto que tenemos en manos, así que lo mejor será que se cambien —masculla Elle, mirando a Bee.
Noto que le da un codazo al abejorro y él, extrañado por el ademán, alza las cejas con impresión. Ambos nos indican que caminarán hacia los vestidores.
—¿Ya me vas a decir que pasa? —le pregunto a Sam, inclinándome para depositar un beso en sus labios.
Tiene las mejillas coloradas, tal cual si hubiera corrido un kilómetro sin detenerse. Lleva el pelo sujeto en un moño arriba de la cabeza. Solo una sudadera y pantalones de mezclilla cubren su cuerpo. Yo, en cambio, voy vestido con la ropa más apropiada para un entrenamiento en mitad de un día lluvioso (pants, camiseta y sudadera impermeable).
Estudio los rasgos de Sam mientras me explica que sabe que este no es el momento...
Decidimos posponer la boda hasta que su hermano se encuentre mejor. Y también decidimos que no tiene por qué importar... El nuestro, la consolé la otra noche, será un compromiso largo.
—Está bien si te enojas porque debí de tener más cuidado con mis calendarios —susurra. Su voz es apenas parecida a lo que suele ser. Hay nostalgia y miedo en ella; por ende, un escalofrío recorre mi espina dorsal cuando sé que se está refiriendo a su ciclo menstrual.
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Kamikaze
RomanceVersión de ECLIPSES narrada por Ramsés, el protagonista. Es recomendable haber leído aquella, aunque no obligatorio. *** Ramsés Neil es el receptor estrella del equipo de Fútbol Americano de Atlanta, el mejor hijo del mundo, el mejor amigo de Tayl...