TRAS DE TI (En Corrección)

Capítulo 30

Gabriela

Estaba  trabajando en mi computadora pues nos estamos quedando sin efectivo, cuando veo a  Ana inquieta y asustada 

—Gabriela están aquí —no me tiene que decir de quienes habla, pues ya lo se

—Tranquila, recuerda lo que hablamos, tómalo, baja al túnel y yo iré en un momento, mientras aviso a María y Jorge

— ¿Y si te ven?

—No lo harán, todo está cubierto, ahora has lo que te digo por favor

—De acuerdo —mientras ella baja yo llamo a Madox que esta con los ancianos en su remolque, pues querían ver donde se instalaba y ver que estuviera muy lejos de Ana porque aún no se han casado, los viejitos son muy tiernos, nos cuidan como si fuéramos sus propias nietas y eso me enternece pues hace mucho que no recibo el cariño de otra persona que no sea Ana, siento que volví al pasado al estar ellos en casa, cuando mis abuelos aún estaban con vida

—Madox, están aquí

—De acuerdo, los mandare de regreso y les recordare lo que ya hemos hablado, ¿bajaras ya?

—Sí, ya todo está listo 

—Espero que funcione

—Yo igual

—Conduciré más lejos el remolque para que no me noten

—De acuerdo, gracias Madox

—De nada, cuídense —cuelgo y dejo cerrada la puerta donde está mi equipo de espionaje y mi habitación, tomó mi computadora y bajo junto con Ana al túnel

Albert

—No veo a nadie Albert

—Entonces entremos a inspeccionar —al momento de salir Demian y yo del carro vemos a lo lejos a dos ancianos caminando en nuestra dirección, el anciano lleva leña y la anciana flores, al vernos nos saludan

—Hola jóvenes ¿qué los trae por acá?

—Hola señores, mi nombre es Albert y él es mi compañero Demian, somos viajeros, estamos de visita en el lugar, a lo lejos vimos su cabaña, que hermosa es.

—Gracias, la conseguimos cuando nos jubilamos

— ¿Y viven solos? —les pregunta sin rodeos Demian

—Sí, nuestros hijos ya crecieron y a nosotros nos encanta el campo, por eso estamos aquí

—De casualidad ¿no han visto a estas dos jóvenes por aquí? —saco una fotografía de Gabriela y Ana, ambos la miran y su gesto aunque lo quieran disimular cambia

—No joven, este lugar es muy silencioso..., no vienen señoritas hermosas por este lugar —Demian y yo notamos algo extraño en ellos así que decidimos seguir la plática

—Me imagino que debe de pesar eso,  si me permite le ayudo

—No joven no se moleste

—No es molestia, lo ayudo

—Abuela nos darías un poco de agua pura, estamos muy cansados de viajar en carro y se nos ha acabado el agua, sé que una abuelita  tan linda como tú no dejarías que un hombre guapo como yo se muera de sed ¿verdad? —Y como siempre mi amigo trata de usar sus encantos, lo cual funcionan pues la viejita nos da paso a la cabaña, yo llevo la leña a donde me indica el anciano que ahora sé que se llama Jorge y su esposa se llama María, ella lleva a Demian a la cocina, mientras yo voy al otro lado de la casa