Capítulo 39

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Albert

—Que hermosa noche la de ayer —ya perdí la cuenta de los tantos suspiros que ha soltado Demian

—Que suspiro, veo que la enfermera te gusto hermanito —le menciona Gabriela

—Mucho, volveré a este país, es tan hermoso —Demian se encuentra en el cielo por su cita de ayer. Después de que el médico reviso a Gabriela por la noche, espere un momento y entre a su habitación a cuidar de sus sueños, se miraba tan linda y tan dócil, me quede embobado observándola. Cuando los rayos del sol aparecieron por la ventana, Salí de su habitación y me encontré en el camino con él enamorado del día de hoy.

—Sí, sí, mucho amor, pero recuerda que todo acaba —Observo a Gabriela y me doy cuenta que ha entendido perfectamente mi indirecta pues me asesina con la mirada

—O te vuelves un idiota y engañas a la que posiblemente será tu pareja —me rebate, la veo con enojo y ella me dedica la misma expresión

— ¿No sienten eso? —Ambos observamos a Demian extrañados— se siente una negatividad... de la que prefiero no ser parte, nadie me amarga este día, ni siquiera ustedes dos. Iré a ver si ya tienen lista tu alta Gaby —Cuando el doctor evalúo las heridas de Gabriela y nos dio el visto bueno para poder volar, decidimos sacarla inmediatamente del hospital y regresar a Europa. Solo que acordamos que sería yo quién vería lo del alta mientras Demian ayudaba a su hermana, la atmósfera entre ella y yo no ha sido... la más linda por así decirlo, pero ya veo que tiene otros planes este idiota, incomodarnos. Lo vemos cerrar la puerta y en ese preciso instante un silencio incomodo se hace entre nosotros. Pero vuelve a sorpresa cuando de nuevo mi amigo abre la puerta y nos suelta— no vendrán a ayudar a Gabriela así que hermano tendrás que ayudarla a sentarse en la silla de ruedas ya que no puede moverse mucho.

— ¿Qué? — ¿no ve que su hermana rechaza mi contacto?

—No necesito... —Gabriela empieza a negar con la cabeza, pero su hermano la interrumpe levantando la mano

—No puedes esforzarte, Albert —me señala un dedo acusador— si trata de levantarse y se lastima tú serás el único responsable — ¡él idiota! sale silbando de la habitación, Gabriela me aparta la mirada, trata de levantarse arrastrándose por la camilla pero al estar al borde de esta se resbala, me alarmo y rápidamente la sujeto en mis brazos, nuestros rostros han quedado a un centímetro, puedo sentir su respiración acelerarse, yo trato de tranquilizar la mía

— Yo... yo

—Sujétame fuerte del cuello para no caerte —ella lo hace y tiembla en mis brazos, ¿por qué? ¿Acaso le doy miedo? Buscamos la silla en la habitación, pero no encontramos nada

—De que silla hablaba Demian, aquí no hay nada —Gabriela suelta un bufido de exasperación

—Idiota, ya sé que trama, puedes dejarme en la camilla e ir por una por favor —la veo sorprendido, ella lo nota y junta las cejas— ¿Qué?

— ¿Verdad que no cuesta ser amable? —me dedica una mirada de odio y yo una sonrisa

—Eres un idiota Albert, ¿me dejas? —para picarla no lo hago, también porque sentirla en mis brazos se siente bien. Salgo de la habitación con ella aferrada a mi cuello

— ¡Oye! ¡¿Qué haces?! ¡Bájame!

—Como digas —hago como que la suelto para que aterrice directamente al suelo, ella grita y cierra los ojos, pero la vuelvo alzar rápidamente, con la mala suerte que sus labios quedan a un centímetro de los míos, ella abre tanto los ojos que siento que de un momento a otro se le saldrán. Soy muy consciente de su aliento que acaricia mis labios. Me fijo en esos bellos y carnosos labios que deseo volver a probar, ella lo nota y baja su mirada a los míos, siento que el tiempo se congela para poder hacer lo que tanto anhelo, hasta que...

TRAS DE TI (En Corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora