Capítulo Treinta y dos.

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— Maravillosa bienvenida me has dado tú, tremendo susto. — Adele le sonrió con los labios abriendo un poco sus ojos. — ¿Cómo te sientes?

— ¿Quién tiene mi caso?

— Yo — Dijo Lizbeth girando sus ojos.

— ¿Qué exámenes pediste? ¿Puedes subirme un poco el espaldar por favor? ¿Le contaste a alguien?

Lizbeth se cruzó de brazos y la miró con mal gesto.

— Adele, te desmayaste hace no más de 15 minutos ¿será que puedes callarte y escucharme?

— La vida se ve diferente desde esta perspectiva. — Dijo Adele haciendo caso omiso a Lizbeth y mirando la habitación.

— Y por eso dicen que los peores pacientes son los médicos, revísate tú sola entonces. — Lizbeth le puso su historial clínico sobre la camilla y se sentó en el mueble que estaba cerca.

— Ya... hazlo tú.

— A veces eres tan insoportable.

— Mira quien habla. — Lizbeth rió.

— ¿Te sientes mejor? ¿Ya no duele?

— Ya no duele.

Lizbeth tomó su presión arterial y estaba bien.

Miró su saturación y también estaba bien.

Fiebre no había. Así que no era nada infeccioso en su cuerpo o viral.

— Para que estés tranquila, no se lo he dicho a nadie, ni siquiera a Rich porque te conozco, por eso me hice yo cargo de ti, aunque seas un fastidio como paciente. Necesito que me digas varias cosas, necesito que me respondas con toda sinceridad. — Levantó su espaldar como se lo había pedido y miró cada uno de los ojos de la rubia con la pequeña linterna dejándola un poco encandilada — No he pedido exámenes aparte de los rutinarios porque necesitaba que despertaras primero y hablarlo juntas.

— ¿Qué quieres saber?

Lizbeth se sentó en un espacio que quedaba en la parte de abajo de la camilla, la miró con seriedad y habló.

— ¿Hace cuánto vienes sintiéndote mal? Porque estoy segura que esto no ha sido de un día.

— No se equivoca doctora, desde hace casi un mes me vengo sintiendo rara.

— ¿Cómo rara? — Lizbeth realmente ya tenía un diagnóstico pero necesitaba escucharla y un examen para confirmarlo.

— Me habían estado doliendo los senos, ahora que lo pienso, he dormido un poco más, me he mareado un par de veces, he vomitado un par más, el dolor es relativamente nuevo, apareció hace dos semanas...¿creo? y nada, ahora hay que sumarle a eso un desmayo, Liz yo... tengo idea de qué es lo que puede ser, me duele igual a aquella vez pero no tiene sentido que me duela porque se supone que ya había sanado completamente. — Dijo mordiendo su labio inferior en signo de angustia.

— Yo también lo pensé — Liz miró hacia la pared recordando aquella semana hace más de una década
— ¿Alguna vez volviste a revisión? — La mirada de ambas conectó y Adele negó bajando su mirada. — Ya, no pasa nada. — Lizbeth palmeó su pierna. — Vamos a averiguar qué es lo que está indisponiendo a tu útero, tú planificas ¿no?

— Sí ¿crees que sea algo malo?

— Nah ¿tu regla se logró controlar con las pastillas? ¿Te las tomas todos los días?

— No, aún planificando sigo siendo muy irregular, trato de tomármelas cumplidamente pero a veces se me pasa, no te voy a mentir.

— Adele ¿tú y Rich se cuidan?

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