Capítulo Catorce.

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Días después.

(...)

— ¿Cómo te sientes hoy?

— Mucho mejor mamá, en el recreo estuve con Christine, ella ha estado muy pendiente de mí y que me tomé todos los medicamentos, es como si tuviera un hermana mayor — Olivia rió por el teléfono y Adele también pudo escuchar la risa de Christine. — Bueno, ya voy para clase, te quiero y que te vaya muy bien en esa cirugía, eres la mejor.

— Me alegra que estés mejor, Liv, te llamo apenas salga del quirófano ¿vale? 

— ¡Oh! Mamá, Amanda hoy me entregó la cadena que me habías dado y que se había reventado ese día, ya la tengo puesta de nuevo.

Era un día especial, era un día que posiblemente catapultaría la carrera profesional de Adele aún más, era una cirugía compleja, una cirugía que pocas veces se realizaba y Adele estaba a cargo de esta con su gran equipo, estaba nerviosa pero sabía que podía hacerlo, era la primera vez que realizaría algo así y no quería que algo saliera mal, mientras esperaba que abrieran el quirófano, caminó de un lado al otro hasta que en el pasillo Rich se dejó ver y ella le regaló una sonrisa a la distancia.

— Todo va a salir bien, eres la mejor médico cirujana que conozco. — Le dijo él poniendo sus manos en la cara de la rubia para luego darle un beso en la frente. Ella escondió su cabeza en su cuello tal cual una niña.

— Estoy nerviosa. — Dijo Adele con una media sonrisa que enterneció a Rich.

— Estas manos — Rich las sujetó entre las suyas — Han salvado muchas vidas y hoy no será la excepción, nadie lo puede hacer mejor que tú, éxitos, yo sé que todo va a salir bien y yo voy a estar aquí cuando la cirugía termine ¿okay?

Se unieron en un abrazo lleno de amor y de compañerismo de colega a colega.

El quirófano se abrió y la madre del pequeño al ver a Adele quiso hablar con ella.

— Buenos días doctora, yo primero que todo quería agradecerle por aceptar realizar esta cirugía que la mayoría de médicos se negó a realizar, créame que mi hijo y yo estamos completamente agradecidos con usted y con todo el equipo de médicos. — La mujer sujetó la mano de Adele y ella se percató de que estaba temblorosa, Adele entendía perfectamente ese sentimiento de miedo que invadía a los padres y ese miedo no era menor que el que ella sentía, al fin y al cabo, ellos ponían la vida de sus hijos en manos de ella y no era una responsabilidad menor. La mujer iba a continuar hablando pero la rubia no lo permitió.

— Yo le puedo asegurar que ahí adentro vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos pero usted nos puede ayudar con algo, vamos a tener una mente positiva, su hijo allá adentro va a sentir toda esa energía bonita que usted como mamá le puede enviar.

— ¿Usted es mamá? — Adele asintió — Tal vez entonces es por eso que usted tiene una conexión tan linda con los niños, espero que todo salga bien doctora, Dios la ilumine y le dé sabiduría. — Dijo la mujer quitándose un rosario que llevaba puesto y entregándoselo a Adele, ella lo recibió por educación aunque no creyera mucho en religiones — ¿Puede tenerlo con usted durante la operación?

— Lo voy a tener aquí en mi bolsillo durante la operación si eso la hace sentir más tranquila. — Adele palmeó su espalda y le dedicó una sonrisa cálida, esa típica sonrisa que pareciera que tienen todos los médicos que te hacen sentir que todo va a estar bien, que todo lo pueden controlar y que de alguna manera ellos no son humanos como nosotros que también pueden cometer errores. Extrañamente, esa sonrisa que transmite confianza, siempre funciona.

Al entrar al quirófano, las auxiliares le ayudaron a Adele a ponerse su traje completamente esterilizado, desde el ventanal, Adele veía al pequeño en la camilla, miraba a todos lados asustado. Adele cruzó y se acercó a él, el pequeño al verla sonrió.

Strangers By NatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora