Capítulo Cuarenta y Seis.

247 19 76
                                    


¡Doctora!

— Thomas. — La rubia abrió sus brazos y Thomas se le lanzó en un abrazo, Rich puso su brazo en su espalda dándole estabilidad.

— Pensé que se olvidaría de venir.

— ¿Cómo crees? Una promesa es una promesa. ¿Cómo estás? ¿Cómo te has sentido en los entrenamientos? Te ves muy bien. — Dijo Adele hablándole con emoción al ver que el niño había ganado peso desde la cirugía, se veía atlético y por supuesto, su físico expresaba lo sano que estaba.

— Al principio me costó porque me quedaba sin aire muy seguido pero con un poco de paciencia y un poquito más de esfuerzo me puse a la par de mis compañeros.

— Me alegro mucho de escuchar eso ¿y hoy? ¿Vas en la titular?

— Sí... — Su boca se abrió por completo cuándo fijó su atención en mi vientre. — ¿Desde cuándo hay un bebé ahí dentro?

— Cinco meses.

— O sea que faltan...— Comenzó a contar en sus dedos. — Cuatro meses para que esté completamente cocinado.
Rich y Adele rieron con su comentario.
— Papá siempre le desea a las embarazadas una labor de parto fácil y saludable así que es mi deber decir lo mismo...creo.

— Muchas gracias pequeño.

— Venga — Thomas la tomo de la mano y la guió hasta las graderías — Aquí van a poder ver bien y no hay riesgo de ningún balonazo.
Ambos le agradecieron a Thomas y se sentaron donde él les indicó. El pequeño salió corriendo hasta la cancha nuevamente y desde una de las barreras, ya dentro de la cancha, le mostró a su papá que Adele sí había asistido, ambos, el padre de Thomas y Adele, se saludaron con un gesto amable con la mano.

— Full circle moment. — Dijo Rich.

— Para Thomas, lo es. — Respondió.

— Es bonito que no hayas olvidado venir, se nota que para él era importante que estuvieras.

— Y para mí también era importante venir, no sé, esa satisfacción de ver a tus pacientes bien y llevar una vida normal no tiene precio y tampoco te voy a mentir, es una forma de alimentar mi ego porque eso lo hice yo, con mis manos, es gratificante, es indescriptible.

Rich le compró a la rubia un algodón de azúcar que se le antojó, una cantidad de azúcar exhorbitante y como si eso no fuera poco, con unos colores repugnantes, un azul celeste que gritaba químicos, un fucsia que no se quedaba atrás y un verde casi neón que olía a goma de mascar, la miraba de reojo comérselo como si fuera el más delicioso de los manjares. Rich se había dedicado a cumplirle cuanto capricho y antojo se le ocurría, había estado muy al pendiente suyo pero de una forma u otra, no le gustaba estar lejos de ella en las noches principalmente, Adele le abrió las puertas de su casa pero era pequeña y se sentía que invadía un espacio que era preciso para Olivia y para ella, un espacio que había sido decorado y pensado solo para ellas dos, así que después de pensarlo por varias semanas, sin consultárselo, él tomó una decisión que esperaba que a ella le agradase una vez se lo hiciera saber.

— Ya no quiero más, me hastié de dulce. — Dijo Adele sacándolo de sus pensamientos. El alrededor de su boca estaba lleno de azúcar, Rich la limpio con su mano.

Strangers By NatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora