Capítulo Quince.

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— ¡Olivia, viniste! — El pequeño Nicholas gritó mientras corría donde Olivia, su cabello ondulado se movía con el viento mientras lo hacía. La abrazó por la cintura y Olivia puso sus manos en la espalda del pequeño acariciándolo.

— Feliz cumpleaños, Nicholas. — Dijo Adele bajando del auto y deslizando sus lentes de sol negros hasta la parte superior de su cabello.

— Muchas gracias señora mamá de Olivia.

— Sólo dime Adele. — Le dijo la rubia al pequeño con un gesto amable. — Liv, saca el regalo.

Olivia sacó el balón y una bolsa de regalo de la parte de atrás, el pequeño miraba expectante, al ver el balón, aplaudió lleno de felicidad y al ver el uniforme de la selección de fútbol inglesa, se emocionó aún más.

— Muchas gracias, hermana. — Soltó el pequeño y Olivia miró a su mamá. — Ven, vamos a jugar — La sujetó de la mano jalándola con él.

— Ay mamá — Dijo Olivia a Adele mientras se dejaba llevar por el pequeño.

— Sólo es un rato. — Le contestó inevitablemente con una risa burlona.

La rubia vio unas sillas al fondo del jardín bastante alejadas de todos y se sentó allí, trataba de hacer que el tiempo pasara entreteniéndose con su teléfono.

— ¿Puedo? — Escuchó de repente. Era la mamá de Nicholas.

— Es su casa. — Le dijo mirándola fijamente a los ojos con una duda que rondaba su cabeza desde el primer día que la vio en el hospital. — ¿Cuál es su nombre?

— Paula — Le respondió. — Adele, yo quería primero que todo agradecerle por haber traído a Olivia, yo sé que para usted no debe ser muy cómoda la situación.

— La traje porque ella quiso venir un rato y se equivoca Paula, yo no tengo nada en contra suyo y mucho menos en contra de su hijo, no le voy a negar que es raro que esté aquí hablando con la mujer con la cual mi ex esposo me engañó y que además tuvieron un hijo que es idéntico a él, es más que raro, gracioso, sin embargo, usted no era la que me debía fidelidad a mí. — Le dijo Adele sin despegar la mirada de sus ojos, la mirada de la rubia era dulce casi siempre pero también podía tornarse pesada y más que eso, juzgadora. Paula bajó la mirada algo avergonzada.

— Yo no sabía de su existencia sino hasta que quedé en embarazo y me pidió que abortara porque él tenía una familia — Adele cerró sus ojos y negó con decepción. — Yo me negué y luego él me pidió perdón y se hizo cargo del niño.

Adele quiso preguntar y preguntar cosas, miles de dudas que tenía en la mente aún pero optó por no hacerlo, no quiso sentirse más ingenua de lo que ya se sentía cada que se tocada ese tema.

— Yo necesitaba que usted lo supiera, para mí es muy importante que Nicholas se acerque a Olivia, él la quiere, todo el tiempo me habla a mí y a sus amigos de que tiene una hermana mayor pero yo necesitaba que usted supiera esto porque no me sentía del todo cómoda, me parece importante que también se lo diga a Olivia, yo... no quiero que ella piense que yo destruí su familia.

— Lo hablaré con ella. — Ambas fijaron la mirada en los niños que se divertían jugando con el balón.

— ¿Quiere algo de tomar? Como viene conduciendo, le puedo ofrecer algún jugo, fresa por ejemplo.

— Soy alérgica a las fresas, le acepto un vaso de agua, gracias.

Paula se puso de pie y en ese momento Adele recibió a su correo electrónico la certificación del comité británico, le hizo zoom mil veces sin poder creer todavía que allí estuviera su nombre, era sin duda alguna el logro más grande de su carrera hasta el momento, sólo ella sabía lo mucho que se había esforzado por llegar hasta ese lugar.

Strangers By NatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora