Capítulo Cuarenta y nueve.

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Narra Olivia.

— Mamá.

Abrí un poco la puerta de lo que ahora era su nuevo estudio, era el doble de grande que el anterior, de hecho todo en la nueva casa era el doble de grande, ha sido una semana increíble, entre preparar todo en la nueva casa y preparar todo para la llegada de la bebé, poco o nada de tiempo hemos tenido para nosotros en casa, aunque, digamos que también es una forma de estar juntos.

Debo ser sincera, y se siente un poco raro volver a ser tres pero esta vez con otra persona diferente a mi papá, me lleva un poco al pasado, a cuando todos fuimos felices en casa en algún momento, pero todo ahora es diferente,
se Siente más, se ama más, se ríe más, se vive más. Aquí la esencia es diferente, es magnífica.

Rich es de esas personas que, simplemente, uno desea tener en su vida y me siento feliz de que su camino se haya cruzado con el nuestro, sabiendo respetar siempre los límites y los espacios, él se ha acercado a mí y hemos visto nacer una amistad en todo este tiempo, confio en el, siendo que poco confio en las personas. Me siento aún más feliz de ver que mamá encontró a una persona con quien compartir sus mejores y peores momentos, no es él quien la hace feliz porque ella es dueña de su propia felicidad y es algo que me ha inculcado siempre, pero es tranquilizante ver que encontré con quien compartió su sonrisa y sus razones. Ella lo merece.

De eso se trata la vida, de coincidir todo el tiempo con extraños, es como una ruleta. Es un juego de azar, de los mismos que prohíbe la biblia.

— Elena acaba de irse. Le conté lo de Estados Unidos. — Le hablé y no me miró. Si hay algo que no me termina de gustar en todo esto, es que queriendo yo o no, voy a pasar a ocupar un segundo lugar en la vida de mi mamá, ¿celos? Posiblemente pero lo entiendo, entendiendo que es el orden de las cosas y aunque ella se esfuerce por hacerse sentir igual de presente en mi vida, sé perfectamente que su prioridad ahora no soy yo y está bien, no lo pienso debatir, es como tiene que ser todo pero se siente extraño. Nunca antes sentí la necesidad de tener que compartirla con nadie más, ahora me veo en la obligación de hacerlo. Supongo que es algo normal y algo que procesaré con el tiempo.

Pero el tiempo no invalida los sentimientos, me lo dijo ella alguna vez.

— Liv, lo lamento, estaba haciendo el presupuesto mensual de la casa, lamento no haber estado mas tiempo con ustedes hoy. — Dijo inclinando el espaldar de su silla para luego ponerse de pie. Debo decir que se ve preciosa, no suelta el overol de jean que le obsequió John para su cumpleaños, se ve adorable, su piel se ve radiante, sus facciones están mucho más definidas y sus ojos expresan una felicidad que, de corazón, llena el pecho de regocijo y emoción. Su vientre es que realmente no da para más, no lo dice pero se nota que le molesta un poco ya. Aunque para nosotros es muy evidente, mi hermana es la única que ha logrado que mamá se pase una semana sin ir al hospital, imagino lo que ha de pesar un bebé dentro. Por suerte Lizbeth ha cubierto sus turnos y siendo su jefa, ha sido muy condescendiente con la distribución de los pacientes, incluso atrasó sus vacaciones por mi mamá. — ¿Vamos para la habitación y allá me cuentas todo?

— Claro, después de ti. — Al detallar sus pies, los noté un poco hinchados. — Ma, si quieres descansar, podemos hablar en otro momento.

— ¿Quién ha dicho que estoy cansada? — Me respondió mirando su reloj. — Son las tres de la tarde. Ven.

La seguí hasta la habitación y el olor a nuevo de cada uno de los objetos dentro, me utilizó un estornudo. La vi acostarse en la cama boca arriba y soltar un suspiro de alivio al sentir un descanso en su espalda.

— Ven aquí. — Palmeó la cama, primero que yo, subió Louie con esfuerzo y lamió la cara de mi madre, al tener sus ojos cerrados, no lo vio venir, solté una carcajada al ver cómo se sobresaltó al sentir el primer lametazo en su mejilla.

Strangers By NatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora