Capítulo Cincuenta.

243 20 19
                                    


Narra Adele.

Recuerdo mucho que cuando estaba pequeña, siempre me repitieron lo mismo, "si es una verdad que daña, una verdad que duele, una verdad que lastima y hiere, una verdad así no tiene mérito de ser contada", raro.
Siempre lo tomé como ser deshonesto, por eso nunca lo apliqué en mi vida.

Y entonces allí, en la habitación de nuestra hija, nos sentamos a dialogar.

— Es bueno que me lo dejaras saber antes de comprar el anillo. — Respondió fingiendo una sonrisa luego de unos cuantos minutos en silencio, fue un intento más bien vago por ocultar que mi comentario lo había indispuesto.

Incliné mi cabeza un poco sin dejar de mirarlo y tomé su mano masajeando sus nudillos.

— Quiero contarte algo. Hace mucho tiempo conocí al amor de mi vida. Fue a primera vista: la primera vez que nuestros ojos se encontraron, ahí me di cuenta aunque no lo dije. Tiene unos ojos, que, contrario a los míos, evocan la profundidad de sus sentimientos y se volvió más bonito mirarlo desde que me veo en ellos. Desde entonces, ahí estamos. Y me gusta que estemos, aquí y ahora.
Pero dentro de todo eso, hay algo contradictorio y es que me encanta la seguridad que me das pero también la incertidumbre de no saber si siempre vas a estar aquí o si yo voy a estarlo.

— Laurie no...

— ¿Vas a decirme que no es necesario? Mientes, sabes que lo es, además, no te estoy preguntando si quieres escucharme o no, vas a hacerlo porque es importante para mí que tengamos todo claro. — Dejó de mirarme y mejor se enfocó en mi vientre, lo acariciaba mientras yo le hablaba.
— Es un binomio lo que quiero decirte, es un binomio lo que todos usamos alguna vez en nuestra vida,
Te necesito,
Te odio,
Te extraño,
Te recuerdo,
Te dejo,
Te olvidé.
Todos son binomios que dichos en un tiempo indeseado pueden romper cada fibra y nunca dichos, también.
Yo a ti, te amo, como nunca antes amé a nadie pero me enamoré de ti así, así como estamos ahora y no quiero que eso cambie, amor. — Esbozó una sonrisa de medio lado y este era el día que no comprendía por qué le hacía tanta gracia que le llamara así.

— ¿Así cómo? — Preguntó con curiosidad.

— Libres,
Te quiero.
Pero no te quiero atado a mí,
Te quiero pero no me quiero atada a ti con algo material,
Te quiero de esa forma en la que tú estás conmigo porque aún pudiendo estar en cualquier otro lugar, has preferido estar conmigo.
Te quiero libre.
Te quiero con las alas abiertas, enormes,
mientras vuelas a mi lado.
No dejes que nunca nos prohibamos el uno al otro alzar al vuelo porque te quiero junto a mí pero te quiero mientras pueda hacerte feliz,
Nunca dejes que nos convirtamos en rutina.
Nunca dejes que sigamos por seguir, o estemos por estar.
No dejes que nos convirtamos en eso.
Pero más importante aún, Rich, mírame a los ojos por favor — Le pedí y así lo hizo.

— Dime.

— Si algún día dejas de amarme, dímelo y no te tardes años, no quieras protegerme haciéndome daño, no así,
Sólo dilo, sin filtros,
No dejes nunca que un sentimiento de culpabilidad te encadene a mis ojos aunque ya no tengan luz propia.
¿Sabes por qué?
Porque lo que me enamoró de ti fue tu libertad.

— Se trata entonces de estar más unidos que asociados.

— Exacto, así lo quiero.

— Así lo quiero también, entonces, que la vida nos pille así.

— ¿No vas a pedirme que haga lo mismo por ti?

— No, porque yo sé que no vas a dejar de amarme.

Solté una carcajada.

— ¿Cómo entraste por la puerta con semejante ego? — Antes de que pudiera seguir riéndome, me dio un beso que yo correspondí.

Strangers By NatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora