XVII

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Capítulo diecisiete.

La incómoda sensación de nervios era de las peores sensaciones del mundo. Sentir el sudor recorrer tu cuerpo, incluso en esos lugares donde nunca creíste llegar a sudar; manos temblorosas como si tuvieras un terremoto interno, tragando saliva infinidad de veces por cada segundo que pasaba y con tu mente divagando escenarios pesimistas o entrando en una crisis por lo que estaría a punto de ocurrir.

Sí, estaba claro que entrar en una crisis nerviosa era como entrar a tu propia tumba mental.

La situación era difícil. El hecho de estar en frente de una casa de dos pisos, con un aspecto anticuado y rústico, sabiendo lo que le esperaría apenas entrar, era abrumador para Taehyung.

Estaba a punto de conocer a la familia del chico que secuestró meses atrás, siendo él el secuestrado ahora. Ironías de la vida.

Pero si le damos una perspectiva diferente, Taehyung Kim, estaría por conocer a aquellos que bien podrían llamarse sus cuñados... y a su suegra.

Tal vez todo iba demasiado rápido. Terminaban de confesarse sus sentimientos hacía un día, y ahora incluso conocerían a sus familias.

¿El siguiente paso debería ser el matrimonio también?

Por otro lado, Kim no era el único nervioso. Jungkook sentía que se le saldría el corazón de la emoción, el miedo y la impaciencia.

Se preguntaba si todo seguiría igual, si sus hermanos se extrañarían de verle, si su madre habría mejorado en su salud... o si no lo habían olvidado todavía.

Era curioso que durante todo el trayecto para llegar a la casa donde estaban parados a pocos metros de distancia, se sentía emocionado; pero ahora le invadía el miedo. Ese miedo de no ser bienvenido como esperaba serlo.

—Tal vez deberíamos entrar —Kim intervino entre los pensamientos del chico, pasando saliva por milésima vez en los últimos cinco minutos—, antes de que se haga más tarde.

—Cierto —respondió con su mirada en el mayor, sin moverse del lugar.

Taehyung asintió, esperando a que Jungkook se moviera— Entonces, ¿pasamos?

—Sí... —sacudió su cabeza, pensando un poco mejor. ¿Qué importaba si nada era como hace cuatro años? Necesitaba ver a su familia después de todo—, sí, vamos —concluyó subiendo las escaleras que daban a la puerta principal de la casa. Taehyung le siguió.

Una vez estar con la puerta de madera vieja y oscura frente a ellos, Jungkook le dio tres golpes seguidos con la fuerza suficiente para hacer que resonara en el interior del hogar.

Esperaron unos minutos, sin embargo nadie abrió, tampoco se había escuchado nada. Eso los desconcertó.

—¿Tal vez salieron? —dijo el mayor.

Pero no tenía sentido para Jungkook, pues la casa nunca se encontraba vacía. Aunque la mayoría de ahí salieran, siempre debía quedarse alguien dentro para cuidarla y atender si habían visitas.

El chico volvió a tocar, está vez más fuerte y con la esperanza de que alguien les abriera.

Y a diferencia de la vez pasada, se logró escuchar una voz femenina gritando.

—¡Evan, te dije que atendieras!

—¡No puedo ahora! —el chico mencionado respondió a lo lejos.

Dear Princess | TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora