XXVIII

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Capítulo veintiocho

—¿Seguro que no quieres que te acompañe?

—Estoy seguro, tengo que ir solo.

El carruaje se detuvo después de un extenso viaje de cinco horas. Jungkook evitó mirar por la ventana, pues aún se encontraba nervioso por lo que podría esperarle, pero a la vez estaba emocionado.

Luego de leer todas las cartas que el príncipe le había escrito durante todo ese tiempo que estuvieron separados, el chico no pudo controlar sus emociones y una ola de llanto descontrolado apareció en él.

Lloró por horas y horas, sintiéndose aliviado de que el rubio no lo haya olvidado y a la vez sintiéndose tan tonto por pensar que algo así podría ocurrir. Sin embargo, algo que pasó y que sigue pasando, fue que lo extrañó mucho más.

Cada palabra de amor que el contrario le dedicaba en cada carta provocaba que el pobre corazón de Jeon doliera como nunca, pero a la vez lo hacía sentir feliz y amado.

Y luego de calmar su llanto y todos aquellos sentimientos y pensamientos que lo habían abordado, solo pudo pensar en una cosa: ver a Taehyung.

Por eso es que se levantó de su cama y con todas las ansias del mundo guardó toda la ropa posible en su maleta, junto con la foto de ambos chicos. Luego corrió cuesta abajo, pidiéndole a Hoseok y a su hermana que por favor lo llevaran hasta donde se encontraba el rubio.

Los contrarios se sintieron un tanto confundidos, pues apenas habían llegado de su viaje, pero al ver lo ansioso que se encontraba Jungkook, solo les quedó aceptar y llevarlo hasta su destino.

—Sabes que no podemos quedarnos, ¿verdad? Hoseok tiene algunos asuntos pendientes en Montpellier y debemos regresar —comentó su hermana.

—Lo sé, lamento haberlos hecho venir hasta acá.

—No hay problema, lo importante es que decidiste verlo por fin —ella sonrió y tomó su mano—. Eres muy fuerte, Kook, estoy segura que él se alegrará de verte.

—Eso espero —sonrió y luego tomó aire, preparándose para salir—. Iré ahora. Tengan un viaje seguro de regreso.

—Lo tendremos... suerte, y si necesitas algo no dudes en escribirnos.

—Lo haré, gracias.

Los gemelos se despidieron. Jungkook tomó su maleta y se armó de valor para bajar del carruaje, despidiéndose también de Hoseok que manejaba y observando cómo se alejaban después.

Se quedó unos minutos mirando hacia la carretera, hasta que volvió a tomar aire y se dio la vuelta, encontrándose por fin con la cabaña en donde vivía el rubio.

Y no pudo evitar abrir su boca con total sorpresa, contemplando lo preciosa que esta era.

Para empezar, el camino a la entrada de la casa era un tanto largo, pues el jardín era demasiado extenso pero hermoso, lleno de flores, plantas y árboles, incluso se podía ver un pequeño lago a la distancia. Las mariposas y las abejas revoloteaban por todo el lugar.

Jungkook comenzó a caminar por el sendero de piedra que iba en dirección a la casa, todo mientras miraba a los alrededores y se maravillaba cada vez más por lo bella que era la naturaleza.

Dear Princess | TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora