XXIV

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Capítulo veinticuatro

—Sabía que esto pasaría —Dafne se llevó una mano a su barbilla, pensando en lo que un desconsolado Jungkook le había contado hace tan solo unos minutos.

—¿Q-qué debo —sollozo— hacer ahora?

El chico alzó sus ojos rojos hacia su hermana, observando la manera en que parecía idear un plan en su mente.

—Tengo que pensar en algo —ella conectó sus miradas—. Pero una cosa es segura, no puedes quedarte en esta celda.

Jungkook le lanzó una mirada preocupada y ella sonrió levemente al notarlo.

—Yo tampoco me quedaré aquí —explicó la pelinegra—. Pero sí debo quedarme en el castillo, tengo que convencer a Taehyung de que nos brinde su ayuda.

La expresión del chico volvió a ser una completamente desanimada ante la mención del príncipe y no pudo evitar dejar salir otro sollozo. Dafne suspiró y le acarició el cabello, dándole una mirada compasiva.

—Te dije que recuerdes que él te ama, Jungkook... Él actuó así debido a su hermano, lo está manipulando a su antojo, por eso debemos detenerlo antes de que arruine la vida de Tae.

—Él no quiere mi ayuda —abrazó sus piernas contra su pecho.

—No, pero la necesita. Te necesita a ti —Dafne lo vio poco convencido y arqueó sus cejas—. ¿Vas a darte por vencido?

—No... es solo que... —él volvió a suspirar y negó—. No quiero pensar en él ahora.

Ambos se quedaron en silencio. Dafne solo asintió, comprendiendo el malestar de su hermano, quien después de unos minutos tomó aire y levantó la mirada, más recompuesto.

—¿Cuál es el plan, entonces? —preguntó el chico y la contraria lo pensó un poco antes de contarle, decidida.

—Iniciaremos una revolución.

Jungkook no lo había entendido. ¿Provocar una guerra y ponerse del lado del pueblo? ¿Qué ganarían con eso?

Sin embargo, se permitió escuchar a su hermana y lo que tenía en mente, después de todo, ella es mucho más lista que él. O eso pensaba.

Así que ambos se pusieron manos a la obra. Dafne lo ayudó a salir del castillo sin ser descubierto. Ella, por su parte, tuvo que usar una de sus pelucas para no ser cuestionada por la gente del palacio.

Aún no tenían un plan bien estructurado, pero por algo debían de empezar si querían hacer un cambio antes de la boda. Por ello es que, apenas puso un pie fuera del castillo, Jungkook se dirigió con rapidez a uno de los pocos lugares que conocía en París.

Bajo la leve llovizna de la ciudad, el chico entró al restaurante que alguna vez visitó junto al hombre que ama, sorprendiéndose de que siga abierto. Al ser de madrugada, el restaurante ahora parecía ser un bar, lo sabía por la cantidad de personas ebrias y el olor a alcohol y tabaco que le llegaban a las fosas nasales. Caminó hasta lo que parecía ser la barra de bebidas, en donde un joven y un hombre de unos treinta años atendían. El hombre no tardó en darse cuenta de la presencia de Jungkook y se dirigió a él con una sonrisa amable.

Dear Princess | TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora