Marcus
☆
Creo que lo mejor que había hecho en mucho tiempo era dejar de lado todos mis miedos y darme una oportunidad a mí mismo. Darme una oportunidad para poder hacer lo que de verdad sintiera. Y eso era estar con Natalie.
No hacía mucho tiempo que se había quedado dormida a mi lado y no había podido parar de mirarla. Estaba tan guapa incluso durmiendo.
Jamás había sentido aquello por ninguna chica. Me resultaba fácil olvidarme de ellas, aunque sonara brusco. Me acostaba con ellas y una semana después podía evadirme completamente y pensar en alguien nuevo.
Pero desde el día que conocí a Natalie, todo cambió por completo.
Cada vez que me besaba con otra chica, sus ojos marrones me venían a la mente y se clavaban como puñales en mi conciencia.
Llegó un tiempo que dejé de acostarme con más chicas, porque no podía parar de pensar en ella. Intenté negarlo varias veces, pero ya era muy tarde. Muy tarde y muy evidente para seguir ocultándolo.
Sólo me gustaba ella. Sólo me gustaba Natalie.
La chica que en aquel momento dormía plácidamente a mi lado.
Ya era tarde, más de las dos de la mañana. Y había sido el mejor cumpleaños en mucho tiempo. Habíamos estado todos, habíamos reído y disfrutado que era lo que quería hacer.
Miré con una sonrisa todos mis tatuajes coloreados recordando el momento en el que decidió colorear todos y cada uno de los tatuajes de mi brazo.
A la mañana siguiente me despertó el timbre de la casa. Me levanté aturdido. Natalie ya no estaba a mi lado.
Miré la hora en el teléfono, que tan solo marcaba las diez y media de la mañana.
Me levanté de la cama, aún algo dormido. Pero me desperté al instante cuando escuché la voz de mi padre.
Salí rápidamente del cuarto y le encontré allí, en la puerta, preguntándole a Natalie si podía pasar.
- ¿Qué haces aquí? Pregunté
- Le estaba preguntando a tu... amiga. Si podía pasar. Quiero hablar contigo.
- Pues yo no. Vete de mi casa. Respondí breve
- Marcus hijo... por favor.
- No te voy a dar dinero, papá. Ya te lo he dicho.
- No he venido por el dinero. Entendí que no quisieras dármelo... después de todo.
- Entonces, ¿Qué quieres?
- ¿Podemos hablar... a solas? Preguntó al ver que Natalie seguía ahí. Seguramente sin entender nada
- No. Puedes decírmelo delante de ella.
- Está bien... -Empezó a decir- Yo...
- ¿Qué? Pregunté imapciente
- Estoy enfermo Marcus. Me detectaron Cáncer hace unas semanas.
Me paralicé.
Mi mirada se desvió instantáneamente hacia Natalie. Sabía que había perdido a su padre por esa misma enfermedad. Ella estaba nerviosa y retorcía los anillos de sus dedos mientras buscaba alguna respuesta por mi parte.
Pero yo no podía articular ninguna palabra.
- Sólo quería que lo supieras. Yo... no tengo dinero para pagar la quimioterapia...
- Yo lo pago. Saltó Natalie
- ¿Qué? Preguntó mi padre confuso
- De eso nada. -Intervine yo- Tendrás cosas más importantes que pagar esto.
- Quiero hacerlo. -Me dijo decidida y yo asentí, sabiendo que no tenía ni voz ni voto en aquella decisión- Por mi padre.
- Espera -Intervine- ¿Cómo sabemos que es verdad? Y no una estrategia tuya para sacar nuestro dinero.
Natalie me miró con el ceño fruncido.
Sé lo que pensaréis. "Con eso jamás jugaría nadie" Pero no conocéis a mi padre, en serio. El hombre al que yo conocía, vendería hasta a su propio hijo con tal de conseguir algunas botellas de alcohol.
Entonces me entregó un papel.
Era de un hospital de la ciudad. En el que, en efecto, le diagnosticaban cáncer de pulmón.
Mis ojos se volvieron vidriosos sin quererlo. Siempre había odiado a mi padre, y aún más después de las múltiples palizas que comenzó a darme cuando tan solo era un niño. Pero mi parte más sensible no pudo evitar pensar que era mi padre, que estaba enfermo... y que al fin de al cabo, aunque no lo hizo de la mejor manera. Me cuidó y me crió cuando mi madre nos abandonó.
- Está bien. Es su dinero. Ella decide. Dije ocultando mi cara unos segundos para que no pudiera ver mis ojos vidriosos por las lágrimas.
- Podemos acompañarte a tu primera sesión... ¿Qué te parece? -Empezó a decir ella- Si no te importa.
- Dios no, por su puesto que no me importa. Vas a pagar mi tratamiento... Por cierto, qué maleducado, soy Duncan, el padre de Marcus. Dijo extendiendo su mano
- Natalie. Respondió ella con una sonrisa
- Entonces... ¿Acepto el tratamiento? Preguntó él intentando confirmar
- Claro. Respondió Natalie, ahora ella con lágrimas en los ojos.
- Gracias... de verdad. Contestó mi padre abrazándola.
Ella se quedó parada unos segundos después siguió su abrazo.
Mi padre se marchó y nos quedamos solos de nuevo.
- No tenías por qué hacerlo. Dije
- Sí que tengo que hacerlo. -Dijo mientras una de sus lágrimas resbalaba por la mejilla- De alguna forma... es como si sintiera que debo ayudarle, debo intentar hacer todo lo posible.
Entonces sentí que debía estrecharla entre mis brazos, y en cuanto lo hice, comenzó a llorar contra mi pecho.
Nunca la había visto llorar, pero entonces supe que lo odiaba. Y me partía el corazón ver como lloraba.
Se alejó y me miró con sus preciosos ojos marrones, que ahora desprendían algo de tristeza.
Le di un beso en la frente y ella sonrió.
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VEGA
Teen FictionNatalie lo tenía todo, hija de una de las empresarias más importantes del país y heredera de una importante fortuna, pero no era feliz. Y jamás creyó que lo único que necesitaba para volver a ser feliz tendría nombre y apellidos, y viviría en Caroli...