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Natalie


Me despertaron los rayos de luz de las siete de la mañana. Apenas había dormido una hora y estaba realmente cansada.

Abrí los ojos y me encontré a Marcus en la misma posición, peo esta vez estaba despierto y me observaba con una sonrisa.

Yo me incorporé de golpe muerta de vergüenza como si nunca me hubiera visto dormir.


- ¿Qué tal estás? Dije acercándome a su cama. Ya no tenía aquella máquina de oxígeno, aunque seguía teniendo suero.

- Sigues haciendo los mismos sonidos adorables al dormir. Dijo divertido y yo reí negando con la cabeza.

Parecía increíble, que después de todo, nuestra relación parecía seguir siendo la misma. Había algo que no había cambiado en todo este tiempo.

- Lo siento yo... no sabía que tenías alergia y...

- No te preocupes. Debí de preguntar si llevaba frutos secos.

- Fue culpa mía. Además yo...

- Natalie. No fue culpa tuya. Dijo clavando sus fríos ojos en los míos.

- Perdón. Dije agachando la cabeza.

- Para de pedir perdón. Respondió divertido haciendo que yo esbozara una pequeña sonrisa.


Justo entonces entró la enfermera a preguntarle cómo estaba y yo decidí apartarme para que pudiera chequear que todo estuviera en orden. 

Mientras revisé mi móvil. Mi vuelo de vuelta a casa era en menos de una hora, y estaba segura que no iba a poder llegar a tiempo.


- Está todo genial. Hoy podremos darte el alta. Afirmó aquella mujer con una gran sonrisa antes de salir de la habitación.


- Yo... antes de que todo ocurriera quería decirte algo. Empezó a decir

- Ya lo sé. Janne me lo contó.

- ¿Qué?

- Me contó lo de Cameron. Y me siento una estúpida. Tú solo tratabas de alejarme de todo eso... aunque no fuera de la manera más adecuada, y yo...

- Yo soy quien te tiene que pedir perdón. Jamás debí decirte aquello. Pero tenía que hacer que me odiaras para que te marcharas.

- Y lo conseguiste. Dije divertida quitándole algo de importancia al asunto, haciendo que se riera.

- ¿Has pasado toda la noche aquí? Preguntó entonces y yo asentí

- No podía dejarte solo después de envenenarte. Respondí divertida y él sonrió

No sabes lo que había echado de menos esa sonrisa.


Entonces pensé que llevaba allí toda la noche. Miré hacia abajo y efectivamente vi el vestido de la boda. Había dormido con el vestido y el maquillaje de la boda, debería estar horrible.


- Tengo que irme. El vuelo sale en una hora. Dije dirigiéndome hacia la puerta

- Espera. Dijo y me detuve al instante.

- Eso no era lo que te quise decir ayer.

- ¿No? Pregunté extrañada.

- No... No tenía suficiente valor para decírtelo. Lo que quería decirte era que...

- ¿Marcus Thompson? -Dijo una médico entrando entonces en la sala.- Está todo perfecto, puedes irte. Las enfermeras te ayudarán. Y vigila los frutos secos.

- Bueno yo... debería irme. Dije saliendo de la habitación.

- Natalie, espera.


Esta vez no me detuve.

Tenía miedo de lo que fuera a decirme. Y tenía miedo por que si era lo que yo creía, no volvería a casa.

Recorrí todo el hospital hasta que encontré la salida. No quise mirar hacia atrás en ningún momento. Sabía que si lo hacía, sería más difícil irme.

Salí del hospital y, en la puerta, traté de parar un taxi.


Justo cuando logré que uno se parara, él apareció.


- Natalie espera. Dijo llegando hasta mi posición.

- Marcus, tengo que irme... Dije haciendo el amago de abrir la puerta del taxi.

- Te quiero.

Me paré al instante.

Lo había dicho. Había dicho la frase que tanto temía.

Me había quedado totalmente congelada, no podía moverme ni articular ni una sola palabra.

- Te he querido desde el puto primer día que te vi. Desde el día que llegaste a mi casa de la mano de Janne. Joder hasta mi puto perro lo sabía, jamás había sido tan cariñoso con nadie, salvo contigo. Hasta mi perro sabía que tú ibas a cambiar mi vida.

Me di la vuelta para poder mirarle. Tenía los ojos vidriosos y algo rojos, como si estuviera a punto de llorar.

- Por que desde que llegaste he pasado los mejores meses de mi vida. Y me has hecho el tío más feliz del planeta. Como nadie me había hecho sentir. Y no sabes lo feliz que me haces con tus datos sobre las estrellas... o con tus ruidos raros al dormir. Y sé que es mucho pedir, pero necesito que te quedes. Por que desde que ese fuiste no he parado de pensar en ti ni un solo día. Y si te dejaba escapar otra vez sin decirte esto, sabía que no te volvería a ver más. Y tenía que arriesgarme.

Ahora la que lloraba era yo.

- Marcus...

Entonces se acercó a mi y agarró mi rostro entre sus manos.

- Te quiero Natalie. Y lo haré siempre.


Miles de pensamientos rodeaban mi mente y no podía pensar con claridad. Hasta hacía no más de un día le odiaba y pensaba que era el ser mas odioso del mundo. Y ahora... ¿Ahora me replanteaba volver con él?

Sabía que no era una decisión que pudiera tomar a la ligera, y que debía hacerlo fríamente. Pero no era el momento ni el lugar.


- Me has hecho mucho daño, yo.... Intenté decir

- Lo sé, lo sé. Pero te juro que no sentía ni una de las palabras que te dije. Sólo lo hice para protegerte... tienes que entenderlo.


Mi mente no paraba de repetirme la pregunta, ¿Qué pensaría mamá de esto? ¿Y Becca? Pensarían que estaba loca si quería darle una segunda oportunidad.

Pero... pero estaba harta de basar mis decisiones en lo que pensaran los demás. No era lo que quería hacer. Yo no era feliz allí, ni iba a serlo nunca. Tenía que empezar a tomar mis decisiones, hacer lo que me diera la gana cuando me diera la gana. Era mi vida y eran mis decisiones.

Y no perdía nada por volver a intentar ser feliz con el único hombre que quería.


- Joder... Yo también te quiero. Dije mientras una lágrima resbalaba por mi mejilla.


Él no tardó en juntar sus labios con los míos. Y es prácticamente imposible de describir la pasión de aquel beso. Se sentía tan puro y tan real que ni siquiera me importó que estuviéramos delante de todas aquellas personas que nos observaban desde la calle.

Poder volver a enredar mis dedos en su pelo y poder a volver a sentir sus labios y su piel bastó para sanar todas las heridas internas que había en mi interior.

Le quería, y le quería para siempre.


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