Natalie
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Estuve esperando todo el día a que su madre llegara a la habitación. Pero no se había dignado a aparecer. Quizás fuera la decisión más sabia teniendo encima cuenta como se había puesto Marcus.
Habíamos estado en la habitación toda la mañana. Él estaba un poco mejor, aunque sabía que lo único que quería era volver a casa.
Preparábamos las maletas para volver a marcharnos cuando escuchamos unos golpes en la puerta.
Supuse que sería el servicio de habitaciones, ya que había llamado para que limpiaran la habitación por que nos iríamos en breve. Aunque me pareció demasiado pronto, Marcus aún se estaba duchando y yo no había terminado de hacer las maletas.
Abrí la puerta y la encontré allí.
- Sydney. Dije
- Hola. ¿Está... Marcus?
- S-sí, pasa. Se está duchando. Saldrá ahora. Dije invitándola a entrar.
Ella pasó dentro de la habitación y se quedó parada en medio de esta. Estaba nerviosa y no paraba de evitar mi mirada, exactamente igual que su hijo.
- Os parecéis mucho. Dije y ella me sonrió.
- Creo que aún no sé tu nombre. Dijo tímidamente
- Natalie. Dije estirando mi mano para poder estrecharla con la suya.
- Un placer. Bueno, tú ya me conoces. Soy...
- ¿Sydney? Preguntó entonces una voz masculina que ambas reconocimos al instante.
Había salido del baño y tenía una toalla envuelta en su cintura y el pelo mojado aún goteaba por todo su desnudo torso lleno de tatuajes. Quizás no era el mejor momento para pensar aquello, pero estaba guapísimo.
- ¿Qué hace ella aquí? Me preguntó directamente.
- He venido yo. Se os cayó una tarjeta de visita en casa y...
- ¿Y a qué has venido? Me quedó claro todo lo que me dijiste ayer.
- Natalie... ¿Me dejas a solas con mi hijo un segundo?
- Ella se queda. -Dijo él entonces- Lo que me tengas que decir, me lo puedes decir con ella delante.
- Está bien... Yo... Yo fui una egoísta. No era feliz y creí que esa era la solución para volver a empezar. Pensé que vosotros, la vida que llevaba, lo atrapada que me sentía en aquella casa, eran los culpables de mi depresión. Pero cuando me fui, vi que estaba equivocada. El problema era yo. El problema era yo, yo fui la que no supo apreciar lo que tenía, no aprecié a mi pareja, no aprecié a mi hijo. -Dijo haciendo una pausa- Me mudé lo más lejos que me podía permitir, quería empezar de cero y ser feliz. Pero cuando me mudé descubrí toda la verdad. Vosotros y la vida que llevaba en Carolina no era el problema, era yo. Pero ya era muy tarde para arrepentirme y volver. Intenté actuar como si nada hubiera pasado. Como si ninguno de vosotros existierais. Con tu padre fue algo más fácil, pero tú eras mi hijo... jamás pude olvidarte. Siempre me pregunté como estarías, y cómo habrías cambiado. Todos tus cumpleaños rezaba por ti y te deseaba lo mejor. Jamás te he olvidado Marcus, nunca lo he hecho... Me reconfortaba pensar que tu padre estaría cuidando bien de ti, y que estabas a salvo con él. Jamás se me pasó por la cabeza pensar que él cambiaría tanto con mi marcha, tanto que empezaría a tratarte mal. Créeme que si yo lo hubiera sabido entonces, jamás te hubiera dejado con él. Mis hijos son lo más preciado que tengo, y cometí un gran error al dejarte atrás
- Sydney... es un poco tarde para todo esto... Empezó a decir él.
- Lo sé. Y no espero que me perdones. Cometí un gran error al marcharme, y otro al intentar olvidaros. Pero sólo quería explicártelo. Necesitabas una explicación, y esto es lo mejor que puedo darte. Tomé las peores decisiones de mi vida entonces, y os dejé atrás... Después logré volver a ser feliz, pero no fue fácil. Fui al psicólogo y me ayudó bastante. Después conocí a Joseph, y tuvimos a Graham y Aaron. A ellos también les gusta el baloncesto. No sé si te seguirá gustando, pero de pequeño siempre me decías que querías ser jugador de baloncesto...
Él estaba diferente a como se había comportado el día anterior. Estaba relajado, y escuchaba atentamente todo lo que tenía que decir su madre. Quizás no se sentía tan atacado por que no estábamos en su casa, y estábamos nosotros tres solos.
- Sólo quería que supieras mi parte de la historia. No espero que me perdones, me porté muy mal con vosotros. Pero me gustaría... retomar el contacto. Conocerte, saber qué tal te va... que me llames siempre que quieras... Sé que no me consideras tu madre, y que jamás lo seré por que nunca he actuado como tal, pero solo intento recuperar a mi hijo... recuperar lo que un día destrocé.
Él no respondió, y ella esperó una respuesta que no llegaba.
Se despidió de ambos y se dirigió hacia la puerta.
- Sydney espera. Dijo Marcus entonces haciendo que ella se parara en seco.
Se giró hacia Marcus y él se acercó hasta su posición.
- Pero no esperes que pasemos las navidades juntos. Dijo divertido y ella rió
Después, se fundieron en un abrazo tan emotivo que hizo que incluso a mi se me saltaran algunas lágrimas.
- Estás muy grande. -Dijo ella con una enorme sonrisa- Y muy cambiado, con todos esos... tatuajes. Son muy bonitos.
Yo sonreí
Nos despedimos de ella y de nuevo, Marcus y yo nos quedamos solos en la habitación.
Él no paró de sonreír en toda la tarde. Estaba contento y también quería que yo lo estuviera. No paró de intentar hacerme reír e intentar pasarlo bien. Incluso en el vuelo de vuelta no paró de soltar tonterías con tal de que alguna me hiciera reír.
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VEGA
Teen FictionNatalie lo tenía todo, hija de una de las empresarias más importantes del país y heredera de una importante fortuna, pero no era feliz. Y jamás creyó que lo único que necesitaba para volver a ser feliz tendría nombre y apellidos, y viviría en Caroli...