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Natalie


Desayuné con Austin y con su familia y después volví a casa. En cuanto crucé el umbral de la puerta, Marcus me observaba.

- ¿Dónde estabas? No he parado de llamarte en toda la noche. Estaba... preocupado.

- Se me había quedado el móvil sin batería. Fue lo único que pude decir.

- ¿Podemos hablar, por favor?

- Ahora no, Marcus. Creo que anoche me dijiste suficiente.

- Anoche ni siquiera quisiste escucharme.

- ¿Para qué? ¿Para que me sigas mintiendo?

- ¡No te miento joder Natalie!

- Tengo que ducharme. Dije esquivándole para pasar al baño.


Allí tarde tiempo en ducharme. Ni siquiera sabía si estaba haciendo lo correcto. Quizás debía dejarle que se explicara, al fin de al cabo, ni siquiera le había dado ni una oportunidad para explicarse.

Pero todo pintaba tan mal que me asustaba pensar que pudiera ser verdad. E intentaba retrasar ese sufrimiento lo máximo posible.

A pesar de que Janne me había dicho que era prácticamente imposible que él me engañara, no sabía a quien creer.

Por una parte, mi subconsciente siempre me jugaba una mala pasada, pero por otra, siempre tenía un sexto sentido, que quizás esta vez no me gustaría haber tenido.


Me metí en la ducha y dejé que todo el agua caliente se deslizara por mi cuerpo, relajando mis músculos. Enjaboné mi pelo con el nuevo champú que me había comprado en la peluquería aquel día y después lo aclaré con agua.

Después de la ducha me quedé más relajada. Quizás gracias a esta pude pensar las cosas con mejor claridad. 

Cepillé mi pelo aún húmedo y me puse algo de ropa cómoda.

Cuando salí, Marcus estaba aún en el salón. Jugaba con Zeus divertido hasta que me vio aparecer a mi y se tensó al instante.


- Siento... no decirte a donde me fui anoche. Dije sentándome en una esquina del sofá.

- ¿Dónde estuviste?

- Dormí en casa de Austin.

Ese comentario pareció no gustarle nada.

- No pasó nada con Austin. Cenamos con su familia y después vimos Harry Potter. Dije con una sonrisa, la cual le contagié.

Pero desapareció de mi rostro pronto.

Sabía que tenía que hablar con él de lo que había pasado. Y no podía seguir retrasando aquel momento.

- ¿Qué pasa Marcus? ¿Por qué me levanto por la mañana y no estás, y no vuelves hasta que ya me he dormido? Nunca vas a clase, ¿Por qué ahora sí? Si es Daphne...

- No es ella, Natalie. Estoy yendo a clase para que te sientas orgullosa de mi. Por que quiero que te sientas orgullosa de mí cuando les hables a los demás sobre tu novio. Quiero que dentro de unos años les digas que tengo una carrera y que estás orgullosa de mí. Por eso he estado yendo a clase estas últimas semanas.

- ¿Y por las tardes? Siempre llegas tarde y cansado.

- Me ofrecieron un trabajo. Tengo que arreglar un cobertizo, en casa de un hombre mayor, su hijo me paga para que lo haga. Y me paga muy bien, pero es un trabajo duro, nunca puedo volver antes de tiempo ya que siempre hay algo más que hacer.

No podía creer lo estúpida que me sentía.

- Soy... una imbécil. Yo... pensaba que estabas con esa chica.

- Natalie. Me ofende que pienses que soy capaz de engañarte. Después de todo.

No respondí. Y evitaba su mirada.

Me sentía avergonzada. Había estado culpándole de todo. Había asumido que me había estado siendo infiel y ni siquiera le había dejado tiempo para explicarse.

Puso su mano en mi mentón para obligarme a mirarle a esos fríos ojos azules.

- Te quiero Natalie. Como nunca he querido a nadie. 

- Lo siento. Joder, he sido una estúpida...

Me calló con un beso en los labios y después sonrió

- No tienes por qué estudiar esa carrera si no quieres. No voy a estar decepcionada contigo si no lo haces.

- Ya, pero yo quiero hacerlo. Quiero se como uno de esos empresarios con los que salías antes. Dijo intentando imitarles y yo solté una carcajada.


Zeus saltó encima nuestra y comenzó a jugar con nosotros. Y así, de un segundo para otro, todo volvió a la normalidad, como si nada hubiera pasado, como si acabáramos de volver de aquel viaje de California.

Ni siquiera sabía por que quería estudiar aquella carrera. Sabía que la odiaba y siempre evitaba el poder ir a clase. Pero por alguna razón, la cual desconocía, tenía la necesidad de demostrarme que era capaz de sacarse una carrera.

Después de eso no paró de contarme qué haríamos el día de su graduación.

- Cuando me gradúe estarás ahí. Viéndome desde el público, y yo lanzaré mi birrete hacia ti, para que tu lo cojas al vuelo y después poder colgarlo en casa.

- ¿Colgarlo en casa? Repetí divertida

- Sí. Los pondremos en nuestra casa. Y cuando te gradúes de tu escuela de moda, lo pondrás junto al mío. Y cuando nuestros hijos crezcan podrán preguntarnos qué es eso que hay colgado en la pared, y les diremos lo orgullosos que estamos de nosotros mismos por habernos graduado.

Mi expresión se había congelado entonces. Aún no le había contado lo de la escuela de diseño.

- ¿Qué pasa?

- Estuve mirando universidades para estudiar diseño, pero no había ninguna cerca de Carolina.

- Bueno, no hay problema. Sólo me queda un año, cuando termine, me iré a vivir contigo. 

- ¿Y hasta entonces? Tu estarías aquí en Carolina y...

- Iría a visitarte cada fin de semana si hace falta. Dijo divertido y yo reí.

- ¿Te mudarías... a Nueva York? 

- No es mi ciudad preferida, pero será temporal hasta que termines la carrera, así que claro que me mudaría contigo.

- Pues... podría llamar para informarme e inscribirme el año que viene.

- Eso sería genial. Y siempre que pueda podría ir a visitarte. Incluso podría llevar conmigo a Janne y a Morgan, se que a ellas les encantaría la gran ciudad.

Sonreí.


Esa tarde decidí ponerme a reanudar información sobre las universidades de moda que más me gustaban. Hice algunas llamadas y consulté precios. Y al final de la tarde ya tenía inscrito en un papel todas mis opciones finales.

Las cuales al llegar la noche consulté con Marcus.

Habían algunas opciones más válidas que otras. El precio no era un impedimento, así que solo deberíamos guiarnos por reseñas y calificaciones.

Estuvimos algo más de una hora decidiendo cuál sería la indicada. Hasta que decidimos que Parsons, The New School of Design, era la mejor opción.

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