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Marcus


- ¡NATALIE! Grité con todas mis fuerzas mientras mis lágrimas descontroladas brotaban por mis ojos sin cesar.

Se había dormido. Traté de despertarla de todas las maneras posibles que se me ocurrieron, pero nada funcionaba.

- ¡AYUDA! Grité en un grito desgarrador. 

Tenía miedo y mi corazón se había encogido ante la incertidumbre. No podía morirse, Natalie no. Haría todo lo posible por mantenerla despierta el máximo tiempo necesario.

- Natalie... por favor. Natalie no te duermas. Dije acariciando su pelo.

Ella no respondía, ni siquiera reaccionaba a ningún estímulo.

Pegué mi oreja a su pecho para poder escuchar al menos el latido de su corazón, pero no escuché nada. Nada.

- ¡Natalie! Gritaba mientras mi mundo se rompía en mil pedazos.

La coloqué en el suelo e intenté reanimarla, al menos hasta que llegara la ambulancia.

Tenía una gran herida en la cabeza de la que no paraba de salir sangre. Ni siquiera sabía qué hacer, estaba bloqueado y asustado.

Me quedé junto a ella hasta que llegó la ambulancia.

Pude respirar tranquilo cuando vi acercarse aquellas luces.

- Tranquila Nat, vas a estar bien, ¿Vale? Ya vienen a ayudarte. Dije aún sin poder parar de llorar.


- ¿Qué ha pasado? Me preguntó uno de los médicos, mientras hacía una rápida inspección del estado de Natalie.

- Un... cabrón... ha venido en dirección contraria... yo...

- Está bien, no te preocupes. Nosotros nos encargamos. ¿Hay más heridos?

- El cabrón sigue vivo. Está en su puto coche inconsciente. Dije lleno de ira.

Mandaron a varios médicos a ayudarle, pero nos iquiera me importó. yo seguí al hombre que s había llevado a Natalie.

- No... respira. Dije sollozando

Entonces cargaron aquellas placas de metal y las usaron para intentar reanimarla. No podía creer aquello. Me rompía el alma ver como intentaban reanimarla, como yo estaba allí sin poder hacer nada.

- Acompáñame, por favor. Me dijo una mujer entonces.

- Yo quiero estar con ella.

- Ella va a estar bien. Te llevaremos al hospital. No puedes estar en la misma ambulancia que ella, deberás venir conmigo.

La miré una última vez y me fui con aquella mujer.

Los minutos se me hicieron eternos, y no paraba de preguntarle a la mujer cuanto tardaríamos en salir hacia el hospital, ya que la ambulancia en la que iba Natalie ya había salido.

Entonces escuché a través de uno de sus walkie-talkies.

- La chica respira.

Solté una bocanada de aire aliviado y sonreí. Se iba a poner bien. íbamos a estar bien.


Los demás médicos ayudaron al hombre que se había chocado con nosotros y determinaron que iba borracho y ni siquiera fue consciente de que se saltó el carril, ya que se había quedado dormido. Apenas tenía algunas heridas en la nariz, y dijeron que se pondría bien. Pero no me interesaba que el cabrón que casi nos mata se pusiera bien, quería que mi novia lo estuviera.

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