Capitulo. 5.

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Giselle.

Rápidamente tomo un taxi y me dirijo a la casa de Verónica, al llegar me bajo y le pago al chofer. Nunca me canso de asombrarme al ver la inmensa mansión de Verónica es como ir al pasado el estilo victoriano de la mansión es verdaderamente hermosa, es de un tono blanco muy pulcro y de enormes ventanales de cristal.

_ Adelante señorita. —La voz de un hombre mayor de distrajo de mi embelesamiento. —La señorita Verónica la espera en sus aposentos.

_ ¡Oh! Gracias. —digo siguiendo sus pasos.

El jardín es lindo en el centro hay una fuente iluminada a mi derecha una linda enredadera de rosas y a mi izquierda una gigantesca piscina. La entrada de la mansión es exagerada una enorme puerta de madera se abre ante mis ojos, y que decir del interior excepcional.

Un salón inmaculado me recibe, jarrones, sillones, cuadros, cortinas, todo le dan ese toque elegante al lugar, el hombre mayor se detiene frente a una larga y enroscada escalera de madera.

_ Tome asiento ¿Desea algo de beber? —yo niego con la cabeza. —La señorita Verónica baja.

_ Gracias. —digo inclinando mi cabeza.

Mis ojos bailan de un lado a otro estudiando ese maravilloso lugar. Mi vista se clava en una pintura, la chica se parece mucho a Verónica, pero el color de cabello es diferente.

_ Giselle. —me giro al oír la voz de mi amiga.

_ Verónica.

Ella viste un lindo vestido negro con un exagerado escote, sin duda alguna esta chica es sumamente hermosa.

_ ¿Eh? Ya veo. —dice con una sonrisa. —Ella es mi madre muchos dicen que se parece a mí.

_ Y tienen razón son muy similares. —indico.

_Bueno ya es tarde sube y dúchate, ni creas que iras así apestando a sudor.

Diez minutos después estoy en una prestigiosa tienda de ropa. Verónica camina hasta el mostrador saluda a una de las empleadas, luego una chica sale con un lindo vestido rojo carmesí.

_ ¡Ven querida! —dice mi amiga con un sonrisa de oreja a oreja. —este es mi regalo para ti, y espero que lo aceptes no quiero un no por respuesta.

Suspiro y bajo la mirada, estoy cansada de esto, pero a Verónica no le puedo decir que no, eso sería imposible. Cuando ella dice hazlo hay que hacerlo sin chistar.

_ Ok, voy. —digo con resignación.

_ ¡Oye al menos finge que lo disfrutas! —se queja. —Entremos en el vestidor.

De pronto Verónica está desabrochando mi camisa y seguidamente hace lo mismo con mi falda.

_ ¡Espera! —le grito alejándola de mi lado. —Yo... yo puedo hacerlo.

_ Bien. —expresa cruzándose de brazos.

_ ¡Genial! —vocifera Verónica. —Yo sabía que este era el vestido perfecto para ti.

Aun no puedo superarlo; de verdad me queda bien. Es ajustado de la cintura para arriba y la aparte de abajo cae ligeramente hasta mis pies, de la cintura sube una cinta plateada que pasa por debajo de mis pechos  y en mi hombro izquierdo la misma cinta cruza mi hombro, dejando  mi espalda descubierta.

_ Verónica, ¿No crees que este vestido sea demasiado adulto para mí? —ella me mira enancado una ceja.

_ Para nada, tienes lindos pechos y eres alta, al menos más que yo. —dice con una sonrisa.

Sangrienta Tentación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora