Capítulo. 39.

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Damián

Como deseo no refrenar mis ganas de besarla, de tomarla entre mis brazos y no dejarla ir nunca, pero si lo hago volveríamos a lo mismo. Seríamos infelices viviendo de esta manera tan destructiva, además ya tome una decisión. Lucharé por verla libre y viviendo en un mundo donde no haya amenazas de ninguna clase. Sólo pienso en la felicidad de ella y mi hijo. Duele ver que no estaré para verlo crecer y despertar al lado de mi único amor... Giselle, la mujer que robó mi vida, mis ganas de seguir adelante... mis sueños.

Cierro los ojos librándome se su agarre –en verdad lo siento, pero no quiero sufrir de nuevo su rechazo ni verla llorar por mí nunca más –ella vuelve a sujetarme de la cintura, su corazón late a mil por segundo, su respiración es irregular y sin mencionar ese delicioso aroma que me embriaga hasta los huesos.

__ Giselle, no lo hagas más difícil, no compliques más todo esto –hago una pausa abriendo los ojos – ¿En verdad dejaste de amarme?

Ella al escuchar mi pregunta se queda rígida, y su respiración se detiene por un momento. No sé cómo interpretar toda esta situación, ella me deja de lado o en verdad lo hace porque tiene miedo de un final trágico conmigo.

__ Ya veo –susurro apartando sus manos de mi cintura.

__ ¡No! –Grita aferrándose a mi espalda –Damián, sí hoy es nuestro último día. Bebe un poco de sangre.

Sus palabras me desquician ¿Acaso ella no sabe que sin su sangre moriré? Es la única que mi cuerpo acepta, desde que le juré mi amor. La observo perplejo y enojado.

__ ¿De qué me servirá eso? –Le reclamo perdiendo la paciencia –sólo eres una mocosa que no sabe lo que desea. Tú y yo somos muy diferentes –sus ojos me estudian nerviosos –yo sí sé lo que deseo en cambio tú mi bella Giselle no sabes qué hacer con tu vida. Así que te ahorro la molestia de tener que pensar. Puedes ser libre y hacer tu vida con quien deseé... no me molestaré por ello.

Al estar frente a ella me abraza hundiendo su cara en mi pecho. Mis manos siguen pegadas a los lados controlándoles por no sujetarla con fuerza.

__ Por favor hazlo –dice en un hilo de voz.

La empujo con cuidado y veo su palpitante cuello y atraído como el imán por el metal incrusto mis colmillos en su blanco y suave cuello. Sentir la sangre correr por mi garganta es algo imposible de describir, es sublime y tentador. Mi boca deja su cuello para subir a sus labios carnosos, besarlos con desespero y angustia. Y mis manos que se sentían pesadas ahora se aferran a su melena rubia y rizada. Con toda la dificultad del mundo me separo de ella.

Giselle baja la mirada, mientras estudio su cuerpo agitado, mi mandíbula se tensa al tener que contenerme el deseo tremendo que tengo de seguir besando esos suaves labios. Retrocedo un paso, es mejor mantener cierta distancia entre los dos.

__ Es mejor que me vaya –Giselle se coloca frente a la puerta aun sonrojada por lo que pasó.

__ Damián –ella intenta sujetar mis manos, pero la detengo.

Sus bellos ojos café se abren lo más que pueden, sorprendiéndose por mi actitud.

__ No compliques más las cosas, tú elegiste hacerme a un lado, por favor carga con esa responsabilidad.

Sin más con cuidado la aparto de la puerta y salgo. Lo que acabo de hacer me dolió más a mí, pero ya decidí que haré con mi vida después de esto. Lo único seguro que me espera es la muerte, pues así tenga que hacer lo imposible para matar ese bastardo.

Giselle

Él se marchó dejándome de lado, mi pecho duele intensamente, es como si me ahogará con mi propio oxígeno. Por un momento todo el miedo que sentía por Damián había desaparecido, sólo quería tenerlo cerca sentir su presencia, esa sonrisa que me daba seguridad en todo momento. Llevo mis manos a mi boca reteniendo el llanto.

Sangrienta Tentación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora