Capitulo. 9.

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Giselle

Levanto los brazos tratando de estirar mis músculos, pasar las dos horas de clase escribiendo sin parar es horrendo, después de dicha acción, veo que alguien se coloca frente a la ventana tapando la claridad. Al azar la vista me encuentro con Felipe; él de sonríe y se acerca.

_ ¡Hola preciosa! –sus ojos denotan mucho interés en mí. – ¿podrías contarme cómo te fue ese día? –de inmediato dejo escapar un suspiro.

Sus lindos ojos no dejan de mirarme insistente. Bajo mis brazos y los cruzo sobre la mesa.

_ Bien, te diré. –me detengo y lo miro seria. –fue... no es tú problema. –él suelta una bocanada de aire.

_ Vamos sabes que soy tu mejor amigis. –le dedico una mirada. ¿Enserio? Felipe está loco.

Desvío la mirada hacia la ventana, mientras él se sienta a mi lado. Toca mi brazo ligeramente y me sonríe de nuevo.

_ Eres incorregible. –digo suspirando. Felipe es el único ser humano que puede sacarme las palabras de la boca. Me acerco a su iodo y le susurro. –pasamos la noche juntos... en mi casa.

Felipe contiene el aire y cuando trata de gritar cubro su boca.

_ Ni se te ocurra hacerlo o te mato aquí mismo. –él afirma con movimiento de cabeza. –bien. –indico dejando sus labios libres.

_ ¿Y? –sus ojos brillan.

_ ¿Y qué? –digo de lo más normal.

Felipe me sujeta de los hombros.

_ ¿Qué hicieron? Ya sabes a lo que me refiero. –mis ojos casi se salen de sus orbitas.

_ ¡No seas pervertido! –grito con la cara roja como un tomate.

Él suelta una risotada a todo pulmón, tengo unas ganas de asesinarlo ¡Lo juro! Él, al verme molesta deja de reírse.

_ Lo siento linda, pero es que eres tan tierna y adorable que creo que te amo. –de pronto una mirada se clava en mi espalda.

Y para mi grata sorpresa Damián nos mira con desconcierto, yo me levanto y Felipe me imita al verlo detrás de nosotros.

_ Bueno cariño, recuerda que te amo. –sin aviso el muy miserable me besa en los labios.

Yo me quedo de piedra al ver lo sucedido; Damián sin decir una palabra me arrastra lejos de la vista de Felipe. Al dame cuenta estamos en dirección al viejo edificio; cuando pensé quejarme ya estamos en una cálida habitación en tonos suaves donde se exhiben algunas imágenes de instrumentos musicales en las paredes.

Un leve empujón me hace caer sobre un acolchonado sillón viejo, mientras él da vueltas en el centro de la habitación.  Por lo que veo su mente trabaja en algo.

_ Giselle –dice calmado. –debemos hablar sobre ese tipo. –indica serio.

Yo me quedo muda a sus palabras, ¿Cómo puede decir tales palabras así como si nada? Me levanto y muy enojada lo encaro.

_ A ver Damián creo que estas exagerando con respecto a Felipe o tengo que recordarte que él es mi prometido, el hombre que será mi esposo muy pronto, además no creas que seré virgen toda mi vida. –de inmediato al oír lo que digo me cubro la boca.

Él me mira sorprendido. Rápido Giselle piensa, pero él interrumpe mis pensamientos.

_ Ya veo. –dice en voz baja.

Un dolor atraviesa mi pecho como si fuesen miles de agujas ¿Qué demonios me pasa? Sólo vi esa expresión de desilusión y mi corazón se estremeció. Él retrocede y me dedica una tierna mirada ¿Pero qué? ¿Desde cuándo él es tan emotivo? Desde ese día Damián ha estado actuando raro.

Sangrienta Tentación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora