Capítulo. 31.

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Giselle

Ya han pasado dos semanas desde lo ocurrido y Damián se ha vuelto un poco más protector, cada paso que doy él lo tiene vigilado. Estiro mi cuerpo al levantarme del sillón he pasado el día recostada en él, viendo la tele y comiendo como loca. Esto me está volviendo loca; camino hasta el balcón y me siento en el banco colgante metiendo mis pies en él.

__ A – bu – rri – da. –deletreo.

Enredo el cabello en mis dedos, la verdad tenga que hacer algo o me volveré paranoica. El sólo pensar que tengo que salir me causa un terror enorme, pero debo ser fuerte y afrontar ese miedo. De repente la puerta se abre, sin demora entro para darle la bienvenida a Damián, él la verme me sonríe dulcemente.

__ ¿Todo bien pequeña? –dice llegando a mi lado.

__ Sí, algo aburrida. Nada más.

Él pasa sus manos por mi cintura y tira de mí, sus labios atrapan los míos, provocando un cosquilleo en mi pecho. De nuevo estamos bien, amándonos. El saber que tendré un bebé, ya no me afecta como esa vez; que no deseaba conservarlo por miedo a lastimarlo, pero teniéndolo a él cerca no temeré jamás.

__ Quiero ir al colegio –susurro –estoy aburrida de estar en casa todo el día, prometo que no me despegaré de ti jamás.

Damián cambia de expresión al oír mis palabras, se aparta de mi lado y me da la espalda.

__ No es buena idea –hace una pausa vacilando con las palabras –la verdad... Lina escapó y tengo miedo de que intente lastimarte y nuestro hijo. –su voz se vuelve temblorosa como si quisiese llorar.

Mis brazos lo rodean consolando la pena que siente, y claro que el miedo lo domina, hasta a mí me causa un horror tremendo el sólo pensar en eso. Mis labios dejan salir palabras de disculpa. Damián me aparta para verme a los ojos.

__ Por favor no seas imprudente –su mirada es de súplica –promételo ¿Sí?

__ Te lo prometo –afirmo con una sonrisa –no quiero pasar por lo mismo así que me quedaré contigo.

Sus manos se entrelazan con la mías, dándome tranquilidad y paz al estar a su lado. Nos dirigimos al balcón para sentarnos en el banco colgante a contemplar la vista, mientras apoyo mi cabeza en su hombro; inhalo despacio quiero guardar en mi memoria el aroma de este día.

Seco mi cabello, al ver entrar a Damián con el celular en la mano. Él se acerca y besa mi mejilla derecha para después dirigirse a mí.

__ Acabo de hablar con tu madre y le avise de que iremos a cenar a su casa –Damián me mira atento para ver mi expresión –sé que te gustaría, además tienes más de dos semanas que no los ve.

Me levanto de un salto y lo abrazo, no puedo soportar tanta emoción, ver a mis padres me hará sentir mejor.

__ ¡Gracias, te amo! –beso sus labios.

Él se separa y entra al baño, sin demora busco un pantalón azul y un suéter, ya que la noche esta helada. Me doy los últimos retoques; Damián sale envuelto en una toalla de la cintura para abajo, de inmediato me giro dándole la espalda.

__ Esto es incómodo pequeña –su voz me sobresalta –cada que salgo del baño tú reacciones de esa manera. –dice herido.

Sin girarme camino hasta la ventana.

__ No es nada fácil ver a hombre en esas fachas. La única que se siente incómoda soy yo. –finalizo con mis mejillas más rojas que un tomate.

¡No sé qué hacer! Para mí es difícil mirarlo casi desnudo, ya que mi mente comienza a jugarme una mala pasada, trayendo a mí escenas de nosotros dos... bueno eso. –froto mis mejillas con ambas manos para tratar de eliminar el sonrojo.

Sangrienta Tentación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora