Capítulo. 37.

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Giselle

Ya ha pasado un mes desde que trajeron a mi bebé, las cosas han mejorado, mi depresión ya no existe y ¿Cómo? Si tengo lo que más amo junto a mí. Mi esposo y mi hijo. El llanto de Marshall me hace volver a la realidad, sin demora lo tomo entre mis brazos; sus ojos soy muy parecidos a los míos, los cuales no paran de verme atento. Una sonrisa se dibuja en mis labios.

__ Hola mi bebé, te amo demasiado.

__ Que linda –una voz familiar se cuela en mis oídos, al girarme veo a ese chico moreno.

__ ¡Henry! –él me dedica una mirada de culpa.

Su cuerpo se queda inmóvil en el lumbral de la puerta, sus manos están cerradas como tratando de tomar el valor para hablarme.

__ ¿Podemos ir a tomar un café y platicar? –logra decir despacio.

Lo miro con una sonrisa.

__ Claro, yo también deseo hacer lo mismo –en eso entra mi madre –te dejaré a Marshall por un rato.

Ella gustosa lo aparta de mis brazos.

__ Por supuesto, amo estar con mi lindo nieto, así que ve tranquila.

Mis dedos recorren el borde de la taza, la incomodidad es tremenda y como no serla y las cosas terminaron mal entre los dos. De pronto Henry posa su mano en la mía, sus labios se curvan de manera descendiente.

__ En verdad lo siento Giselle –dice en voz baja –fui un cobarde, no sabía cómo reaccionar ante tal noticia.

__ Lo sé y lo entiendo perfectamente. Yo me sentía fatal por ocultártelo.

Él hace que lo mire. Su expresión me transmite paz interior.

__ Me alegra de que todo esté bien y que tú y ese tipo... bueno ya sabes. No me hagas decirlo. Recuerda que siempre estaré a tu lado.

Una mano se posa en mi antebrazo sacándome de la silla, mis ojos se abren lo más que pueden al ver a Damián enfurecido. Sin mucho cuidado me aparta del medio.

__ ¡Tú qué haces con mi mujer! –vocifera de una manera aterradora.

Henry sale del local y lo enfrenta, mis piernas no paran de temblar ¿Qué puedo hacer yo con estos dos hombres?

Damián lo sujeta de la camisa quedando ambos frente a frente. Henry le sonríe abiertamente, lo cual hace que Damián pierda el control.

__ ¡No quiero que la toques! –le dice tirando de su cuello.

__ Eres inestable –hace una mueca de burla –lo único que lograras es lastimar a Giselle y ese niño. Sólo eres un demonio sediento de sangre o ¿Acaso olvidaste lo que pasó aquella vez?

Doy un paso al frente, pero un sonido sordo me dejó estática, Damián le propina un golpe a Henry dejándolo sentado en el piso. Sin tardanza me cruzo entre los dos.

__ ¡No lo lastimes! Damián no es lo que crees. –le suplico.

Pero Damián me da un empujón estampándome contra la pared. Un dolor agudo atraviesa mi espalda, haciendo que mi conciencia me abandonara. ¿Qué es lo que Damián hizo tan mal que no puede ser perdonado? Todos lo juzgan por ese suceso. ¿Acaso es imperdonable? Siento las ganas intensas de llorar y ver que mi querido Damián se convierte en un ser irrazonable.

Me levanto poco a poco abriendo mis ojos para visualizar el lugar donde me encuentro. ¡Estoy en mi habitación! Rápido trato de colocarme de pie, pero una mano me detiene, al ver de quien es la mano, me zafo de su agarre. Damián me observa sorprendido y dolido por mi reacción violenta, retrocedo sin verle siquiera.

Sangrienta Tentación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora