Capítulo. 32.

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Damián

Al abrir los ojos lo primero que veo a Lina, siento que poco a poco ella se va abriendo camino en mí, sus largas pestañas, sus finos labios, su suave y fría piel, creo que todo en ella me tiene cautivo tan de repente. Me levanto sin despertarla; sé tan linda durmiendo.

Me doy un buen baño y me visto con un pantalón azul y una camiseta blanca, aliso mi cabello pasando mis dedos sobre él. De repente Lina sujeta mi brazo.

__ Amor me sentí sola al no verte a mi lado. –dice haciendo un puchero.

Sin demora le abrazo, ella pasa sus delgados brazos por mi cintura. Me gusta está sensación de llenura al tenerla a mi lado, de querer protegerla de todo lo malo.

__ Sólo quería contemplar el amanecer –bajo la mirada –me siento un poco extraño y desorientado... quiero recordar todo mi pasado, esa vida que haga recordar todo lo de nosotros.

__ Sí... yo también. –su cuerpo se tensa. Lina alza la mirada –dentro de un mes volveremos a Westminster al llegar saldremos a cenar y recuperar nuestro tiempo perdido.

__ Suena divertido. Vamos a dar una vuelta por el pueblo.

Nuestras manos se entrelazan, en verdad me gusta mi vida como está, todo es tranquilo y calmado. Caminamos hasta el pueblo tomados de la mano; observando a los habitantes alegres y risueños ignorantes de la existencia de otros seres superiores a ellos. Mis pasos se detienen al analizar mi comentario mental. ¿Acaso acabo de ver a los humanos como simples seres irracionales? Sacudo mi cabeza para sacar esas feas ideas. Lina me mira extrañada.

__ ¿Todo bien?

Le sonrío apretando su mano.

__ Sí, sigamos. –digo disimulando mi rigidez.

__ Damián deberíamos comprar algunas cosas para nuestro nuevo hogar –indica mirando algunos muebles –no me quiero ir de este tranquilo lugar, pero no tenemos de otra, ya que mi amo toma las decisiones.

Observo el sin fin de cosas que hay aquí dentro, vivir juntos aun mi mente no puede visualizar tal situación. Cierro mis ojos en busca de esos recuerdos que no quieren volver. El roce de los dedos de Lina me vuelve a la realidad.

__ ¿Todo bien?

__ No te preocupes, sólo pensaba. –doy un paso al frente y veo muebles para una habitación para bebés.

Mi pecho siente una sensación de angustia, al darme cuenta estoy tocando la pequeña cuna; Lina se pega en mi brazo sin decir nada. No sé qué me pasa, me siento nostálgico.

__ Nunca podremos tener hijos. –susurro bajando la mirada.

Ella aprieta mi brazo.

__ Lo siento –dice en voz baja –es lo único que no puedo darte ni ninguna mujer en el mundo.

Sus palabras me producen dolor, de alguna manera es triste por un instante pensé en tener una hermosa familia. Una bella esposa; de la nada una imagen se cuela en mi mente, pero no es precisa, sólo puedo visualizar unos labios rojos y unos ojos café.

__ Damián ¿Me escuchas? –la observo de reojo.

__ Sí, vamos a casa.

Tiro se su brazo. Ella se detiene en seco, su cuerpo se entumece, al girarme veo su expresión. Es la cara se la Lina que supuestamente conozco, ligeramente sus ojos se vuelven rojos y de un tirón aparta su brazo.

__ No eres feliz con la verdad ¿O me equivoco? –dice molesta.

Bajo la mirada, buscando las palabras necesarias para calmarnos a ambos. Sé qué es triste saber que después de tener esta maldición todo se vuelve tan lejano y triste, es como si tu vida se arrancara a pedazos con el pasar de los años... siempre solo, errante por los siglos viendo morir a los que amas sin poder conservar ni un solo recuerdos de ellos que sea tangible.

Sangrienta Tentación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora