Carta 1

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Querida Madre:

Es 27 de junio, y mi vuelo está por despegar. La tía Lucía no ha parado de llamar preguntado si me encontraba bien, creo que piensa que me perderé. Siento que han pasado siglos desde que la vi, pero sólo han sido dos meses, aún recuerdo lo último que me dijo.
El pueblo de Bibury es hermoso, en mis pocos recuerdos de niña están sus grandes campos y hermosas flores. 

Los altavoces del aeropuerto sonaron por todo el lugar dando indicaciones de abordaje.

Si te soy sincera, estoy nerviosa, aunque por más buena que sea para adaptarme a lugares nuevos, el mundo no es igual sin ti. El nudo en la boca del estómago es cada vez más grande, por lo que inhalo y exhalo con fuerza. No llevaba mucho equipaje, la tía Lucía dijo que ya tenía ropa para mi en casa, creo que mencionó que era tuya.

Ya han pasado dos meses desde que te fuiste, y aún puedo oler tu fragancia por toda la casa, y cada que sacó un cigarrillo aún recuerdo tu mirada acusadora. Fuiste y serás la persona que más amo en este mundo.

Me mezcló entre las personas del avión hasta llegar a mi asiento, siempre a lado de la ventana, las memorias de tantos viajes me abruma la mente y aunque quisiera, no puedo evitar la nostalgia de los recuerdos.

Hoy es el comienzo de tres meses de sanación, intentaré recoger cada pedazo de mi corazón, cada trozo de mi alma para volver a unirlas y ser la misma Amelia de siempre. Pero siendo honestos, sabes que la perseverancia y optimismo nunca fueron mi fuerte. Pero como hacerlo sino estas aquí.

Con cariño, Ophelia.

Cartas de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora