Carta 13

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Querida Madre:

Pase los últimos tres días en mi habitación, hoy cumplía un mes exacto desde que llegué, por lo que Rosalie, como lo imaginaba interrumpió en mi cuarto.

-Preciosa, hoy iremos de picnic y en la noche iremos al karaoke, arregla tus cosas y vámonos- no tuve más opción que aceptar.

Ella tenía talento para hacerme olvidar las cosas, después de de arreglar mi bolso y la canasta partimos al campo.

Me contaba por el camino la historia con su ex y como terminó siendo su amigo gay. Ella es una buena chica, y por supuesto sabe mi historia y todo lo relacionado contigo, supo manejar la situación y sólo me dio un fuerte abrazo y un "estoy contigo, te quiero" y lo valoro.

Nuestro día de picnic se basó en hablar de temas estúpidos, de risas y más risas, jugar UNO y de ella molesta cada que le lanzaba un +4. Por momentos como estos, me hacen pensar que tal vez pueda superarlo.

-Eres mi única amiga y pase lo que pase,yo siempre estaré para ti- dijo ella tomándome la mano antes de darme un abrazo.

Antes de Bibury no tenía a nadie, pero ahora tengo a una amiga, una persona que sabe el significado y valor de la amistad, tengo a una tía maravillosa que sabe aceptar cuando necesito espacio y sabe como sobrellevar mis rachas, además tengo a una persona especial que no dejó de enviarme mensajes cuando estuve en mi habitación.

Esto es lo siempre quise Madre, personas que me hagan sentir amada, personas que estén ahí para mi, pero, ¿Por qué aún siento ese vacío en el pecho?

Con cariño, Ophelia.

Cartas de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora