Carta 3

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Querida Madre:

Llevo aquí sólo dos días, creo que ya es tiempo de explorar los alrededores. Tomé mi cámara instantánea y un bolso con un cambio extra. Mi tía dijo que iría a misa, preguntó que si la acompañaba, pero aún no estoy lista para reconciliarme con Dios, me pregunto si tu lo hiciste en tus últimos momentos.

Mi vestido rosa hacía juego con mis converse, aún recuerdo todas esas veces que me dijiste que los vestidos no se usaban con tenis, bueno, aún sigue sin importarme. Camine por varios minutos, la casa de mi tía ya no se podía ver, pero si una casa con una granja, vacas bebés se asomaban en el corral.

No pude resistirme y me acerqué a ellas, podía tocar su cabeza, eran preciosas.
- Se llama Violet- escuche una voz delgada atrás de mi, una chica bajita y rubia de ojos azules se acercó a mi. Vestia un overol de mezclilla y un sombrero rejido de color verde. 
- es muy bonita- le contesté
- Soy Rosalie, un gusto conocerte- extendió su mano y la acepté gustosa
-Yo soy Ophelia, un placer, ¿Son tuyas?- le pregunté
-Asi es, yo las cuido mientras mi madre vende la leche en el pueblo, ¿Eres familiar de Lucía Harper?- me preguntaba
- Si, es mi tía- le contesté. 

-¿acabas de llegar al pueblo?-

-si, justo llegué ayer-. Ella siguió hablandome con toda la confianza, y no paraba. 

Tal vez es muy pronto para decirlo, pero creo que he hecho una amiga. Y tanto que me decías que saliera y conociera gente, pues lo he hecho, ya puedes estar orgullosa de mi. De verdad espero que estés orgullosa de mi, porque no sabría como cambiarlo si no lo estás.

Con cariño, Ophelia.

Cartas de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora