Carta 10

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Querida Madre:

Mi mañana comenzó un poco extraña, eran las 9 de la mañana, ya había desayunado con mi tía, no tenía nada que hacer así que me senté junto a la ventana y abrí el libro que estaba leyendo.
Escuche la voz de mi tía gritando desde la planta baja
-Ophelia, ven y saluda a los invitados- dijo ella, y otra vez me di cuenta que podrán pasar los años y siempre voy a odiar que me saquen de mi cuarto para saludar.
Baje las escaleras y vaya mi sorpresa.

Spencer Grey estaba en medio de mi sala, con sus manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones, su característica camisa de cuadros y sus hermosos ojos verdes.
Un matrimonio de no más de 40 años lo acompañaba.

Resulta que la mamá de Spencer es amiga de la Tía Lucía, y claro como el universo me adora, le ofrecieron a Spencer darme un recorrido del pueblo y tuve que aceptar.

Metí en mi bolso mi libro, mi botella de agua y unos cuantos billetes, tal vez me compre una paleta de limón.

Caminábamos por el pueblo en silencio, no sabía cómo iniciar una conversación y tal parece que el tampoco.

-Entonces, no eres de aquí- dijo el
- No - respondí
- ¿Te quedarás a vivir permantemente? -
- Tal vez, no lo se- le dije, pasamos varios minutos en silencio cuando una librería se me cruzo -Vamos a la librería, quiero comprar un libro en especial - el asintió y nos adentramos al lugar.

El establecimiento era muy bonito, había cuadros de escritores famosos y otros de algunas frases célebres.
Buscaba entre los estantes, mientras veía a Spencer recargado en la pared de la entrada. Quisiera decirte que no le preste atención pero mentiría, el se veía demasiado atractivo así, pero aún más cuando conversó del libro que tenía en mis manos.

-¿El conde de Montecristo? Buena elección-
- ¿Lo has leído? - pregunté
- Por supuesto, es un clásico-
- Claro que si, es magnífico, hay una frase que me gusta mucho "No hay felicidad o infelicidad en este mundo; Sólo hay comparación de un estado a otro. Sólo un hombre..-
- Que ha sentido la máxima desesperación es capaz de sentir la máxima felicidad" - terminó el por mi.

Le di una sonrisa genuina y el la devolvió, y Madre, jamás había visto una sonrisa tan hermosa como la de el.

Tal vez, sólo tal vez me interese saber más de el.

Con cariño, Ophelia.

Cartas de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora