Royal Blood |Lucius Malfoy ✔️

7.Las consecuencias.

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—"¡Catalina, atrapa!" —gritó Fred, lanzando ya una bolsa de plástico hacia la joven bruja. Ella la atrapó justo antes de que le diera en la cara.

—"¿Qué es?"— Preguntó, confundida.

—"Gelatina. Nuestra propia producción. Pruébala". —La animó.

—"¿Estás tratando de envenenarme?" —Ella se rió. George se acercó a su lado, despeinándola.

El partido terminó con la victoria de su equipo. Arthur estaba muy orgulloso de haber ganado las apuestas y no pudo evitar poner a todo el grupo de buen humor.

Catalina cogió una gelatina de la bolsa y se la metió en la boca. Tenía un sabor agrio y dulce a la vez. Les hizo un gesto a los gemelos, recibiendo un guiño alegre de Jorge.

—"Hemos pensado en reunirnos en nuestra tienda y contar viejas historias. ¿Te unes a nosotros?" preguntó Harry a Catalina con una sonrisa en el rostro.

—"Oh, estoy segura de que sus historias son aterradoras. Sí, lo haré. Pero necesito un poco de aire fresco. Estaré allí antes de que empieces, grandullón". —Lo atrajo hacia ella y le besó la frente.

—"No te alejes demasiado, mujer". — Fred gritó tras ella.

—"Aww, los gemelos se preocupan por mí. Conmovedor". —Ella rió mientras se llevaba una mano al corazón, sarcásticamente.

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Catalina se paseó por el campamento, llegando a su final. Estaba tranquilo y calmado, los vítores y las voces sólo se oían de fondo. Miró las pequeñas luces de hadas que estaban esparcidas por el lugar, dando al campamento una sensación acogedora. Le encantaba. Sería la última vez este año en que la gente podría reunirse y acampar. El invierno estaba a punto de llegar y también las temperaturas gélidas.

El viento agitaba su falda hasta las rodillas y su pelo.

—"No debería alejarse tanto del campamento, señorita Fawley".— Se oyó una voz áspera detrás de ella. Se le puso la piel de gallina al sentir su aliento en el cuello.

Catalina se aclaró la garganta y trató de parecer indiferente ante su sola presencia.

—"Señor Malfoy".

La rodeó hasta quedar frente a frente con ella. Ella levantó la cabeza con confianza para mirar sus ojos azules y grises. Eran aún más hermosos a la luz de la luna, pensó.

—"¿Lo son, de verdad?"— Él se rió.

Catalina jadeó. —"¿Qué?"

—"Supongo que aún no sabes usar legeremancia".— Él le sonrió con una sonrisa.

En cuanto se dio cuenta, no quiso otra cosa que desaparecer en el vacío y no volver a toparse con Lucius. Giró la cara para alejarse de él, pero los firmes dedos de él le cogieron la barbilla y mantuvieron su cara a varios centímetros de la suya.

—"Ya, ya, no seas tímida". —Se burló de ella.

—"Lo siento". —Ella tartamudeó. Toda su confianza había desaparecido. ¿Cómo no pudo adivinar que él sabría cómo hacer legeremancia? Él escudriñaba en su mente con tanta facilidad. Se sintió vulnerable y expuesta.