Royal Blood |Lucius Malfoy ✔️

38.Juicio.

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Tras la discusión con el Auror, Catalina y Severus se dieron la vuelta para marcharse. Se dieron cuenta de que había una multitud bastante grande frente a ellos, compuesta por aurores y prensa. Los flashes de las cámaras se veían a diestra y siniestra y eso hizo que Catalina se preguntara quién era el centro de atención.

Severus le puso una mano en la espalda, guiándola más allá de ellos, cuando sus ojos vislumbraron la figura que estaba de pie en medio del caos.

Sus ojos hinchados y cansados se alzaron lentamente, fijándose en los de ella. Ella tembló bajo su intensa mirada y se le puso la piel de gallina. Tenía un aspecto peligroso y aterrador, algo que la hizo abrazar más fuerte a su hija para protegerse.

Lo reconoció. Era el padre de Draco, que fue enviado a Azkaban por ser un mortífago. Los años que pasó allí le afectaron mucho, pensó. Quería decirle algo, cualquier cosa. Todas las voces a su alrededor se desvanecieron y se sintió atraído por su belleza. Era tan hermosa como la recordaba. Un poco más madura y con el pelo más largo, pero era la misma Catalina.

Su rostro y su recuerdo era lo único que lo mantenía cuerdo durante todos estos años de tortura. Ella siempre estaba presente en sus sueños, pero siempre se despertaba solo y asustado. A menudo, se encontraba trazando su piel con sus propios dedos en los lugares exactos en los que los dedos de ella le tocaban. Era como si ella estuviera impresa en su piel.

Sus ojos se dirigieron a la pequeña humana que Catalina sostenía en sus brazos. Estaba profundamente dormida y sus rizos estaban desordenados. Su pecho se apretó al pensar que la pequeña podría ser su hija. Recapacitó y se preguntó si no fue un error lanzarle el hechizo obliviate y pedirle a Severus que cuidara de ella y de sus recuerdos.

Severus miró a Lucius, captando sus ojos durante una fracción de segundo y haciendo un sutil gesto hacia Catalina.

Cuando salieron del Ministerio, casi chocaron con Draco en las escaleras, que se apresuraba a entrar.

—"Draco, hola". —dijo Catalina.

Estaba sin aliento.

—"Hola, Lina".

—"¿Cuál es la prisa?" — Preguntó ella preocupada.

—"Están haciendo un segundo juicio para los seguidores de Voldemort que fueron enviados a Azkaban. El juicio de mi padre comenzará pronto". —Les explicó a los dos. Severus pareció no inmutarse.

—"¿Para qué?" — Catalina ladeó la cabeza, preocupada.

—"Mi madre pidió un segundo juicio para él. Los familiares tienen derecho a pedirlo si consideran que se cometió una injusticia o encuentran nuevas pruebas en el caso." — Explicó. —"Mi padre estaba bajo el mando de Imperio cuando siguió a Voldemort, así que creo que la decisión se tomó injustamente". —Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Catalina al recordar su rostro.

—"¿No habría dicho algo si fuera así?" —Preguntó, curiosa.

—"Por alguna razón, parece que no quiere salir de ese lugar". — Dijo Draco con disgusto. —"Tal vez todavía se siente culpable por algo".

—"Estoy seguro de que ahora querrá salir".— Severus habló por primera vez, sus ojos se dirigieron a Catalina durante una fracción de segundo, y luego volvieron a Draco.

—"Eso espero". —Consultó su reloj de pulsera.— "Empieza en cinco minutos, fue un placer volver a verte".— Sonrió a su mejor amiga y a su antiguo profesor y se apresuró a subir las escaleras antes de que comenzara el juicio.

Catalina y Severus aparecieron en su casa de Spinner's End y entraron en el salón. Lucille murmuró algo y luego se despertó y se frotó los ojos con pereza.

— "¿Estamos en casa?" —Preguntó, bostezando.

—"Sí, mi amor". —Catalina la colocó en el suelo, de pie.

—"¿Puedo ir a dormir?" —Preguntó, inocentemente.

—"Esto es algo nuevo. Lucille queriendo dormir al mediodía".— Catalina levantó una ceja y se rió.— "Claro, querida".

—"Papá, ¿me lees un cuento?"— Se volvió hacia Severus, mirándolo con sus adorables ojos azules.

—"Por supuesto que lo haré".

Todos subieron las escaleras y Catalina se dirigió a su dormitorio mientras Severus llevaba a Lucille a su propia habitación y la subía a la cama. Le puso la manta por encima y se sentó en una silla, junto a ella.

—"Había una vez una princesa. Era amada por todos en el Reino porque era valiente, hermosa y fuerte..."

Lucille se acurrucó con su oso de peluche mientras cerraba los ojos y escuchaba la voz de su padre. —"Pero aunque tantos hombres valientes la cortejaron, ella se enamoró del Príncipe Oscuro". —Le apartó varios mechones de pelo de la cara.— "Todo el mundo estaba en contra, sus padres, sus amigos, pero ella lo amaba y él la amaba hasta la luna y de vuelta y no importaba lo que les dijeran, nunca podrían separarlos". —Se sentó más cómodamente en la silla. —"Él habría dado su vida por ella. Para él, ella lo era todo. Y poco a poco, se encontró con que quería cambiar. Por ella". —Observó cómo su respiración se volvía regular.— "Y un día, tuvieron una niña, una princesa. Pero era demasiado tarde para el Príncipe Oscuro. Todos sabían las cosas malas que había hecho, así que la gente del Reino, lo desterró. Condenándolo a no ver nunca a sus princesas".

Los ojos de Lucille se abrieron.

— "¿No tiene un final feliz?" —Preguntó, curiosa.

—"Todavía no lo sé. Nadie lo sabe". — Respondió con sinceridad.

—"Espero que lo tengan". —Dijo Lucille, cansada.

Severus se levantó y le besó la frente.

—"Ahora a dormir".

—"Te quiero papá". —Susurró ella, a lo que Severus asintió. Su corazón se apretó ante las palabras de ella.

Cerró lentamente la puerta y se dirigió al dormitorio de él y Catalina. La encontró analizando un anillo que ella sostenía entre sus dos dedos, mirándolo con las cejas fruncidas por la confusión.

—"No recuerdo de dónde tengo éste".— Se volvió hacia Severus.

—"¿Tal vez de uno de tus padres?" —Dijo, tratando de cerrar el tema.

—"Tienes razón". — Ella sonrió y lo volvió a guardar en su joyero que colocó sobre la mesita de noche. Luego se dio la vuelta, encarando a Severus y ahuecando sus mejillas con las manos. Tuvo que ponerse de puntillas para poder alcanzarlo.

Apretó sus labios contra los de él y tiró de él hacia la cama hasta que ella se echó hacia atrás y él cayó encima de ella.

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