Royal Blood |Lucius Malfoy ✔️

17.Viejo amor.

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Catalina se apareció en las cercanías de la casa de los Weasley. El campo que recordaba que ocultaba la casa había desaparecido. Por todas partes sólo había nieve. La casa que recordaba tenía el mismo aspecto. El humo salía de la chimenea, dándole un aspecto acogedor. Ya podía oler los deliciosos trozos de chocolate de Molly. Se dio cuenta de que había un gran muñeco de nieve delante de la casa y ya podía imaginarse a los gemelos construyéndolo mientras Ron y Ginny discutían sobre qué color debían elegir para los botones. Catalina se encontró riéndose de los pensamientos tontos que cruzaban su mente.

La joven bruja echó a andar y llamó dos veces a la puerta en cuanto se encontró frente a ella. En el interior, ya podía escuchar risas, voces, y todos parecían pasar un buen rato con cero preocupaciones.

Ginny fue la que abrió la puerta y miró a Catalina, sonriendo alegremente.

—"¡Me alegro de que hayas podido venir!" —Chilló. —"Esos dos idiotas dijeron que irías con Draco".— Recordó lo decepcionada que se sintió cuando se enteró de que su chica favorita en el mundo prefería pasar tiempo con un Malfoy que con ellos. —"Pero pasa..."— se hizo a un lado, dejando ver el pasillo y la puerta abierta que llevaba a la cocina.

Entró tímidamente, despejando la nieve de su espeso cabello y dejándola caer sobre el suelo de madera para que se derritiera. Pasó el pasillo y se encontró en la cocina, donde todas las miradas estaban puestas en ella. Molly casi dejó caer la sartén que sostenía ante la repentina sorpresa de su nueva invitada.

—"¡Catalina!"— Casi tiró la sartén al fuego y corrió hacia la joven bruja, atrapándola en un fuerte abrazo. Catalina rió ligeramente y rodeó con sus propios brazos a la señora Weasley.

—"¡Mírate, cariño, estás tan hermosa como lo recuerdo!" —Molly colocó sus manos sobre los brazos de Catalina, analizándola de pies a cabeza con una sonrisa en el rostro.

—"Gracias, señora Weasley. He traído dulces".— Levantó la bolsa y se la entregó a Molly.

—"Me alegro mucho de que hayas cambiado de opinión. Fred y George me contaron tus planes iniciales".— Molly continuó alegremente mientras cogía una cesta y dejaba caer todos los dulces en ella para que quien tuviera ganas de un dulce, pudiera coger uno.

—"No puedo creer que realmente estés aquí. ¿Discutisteis Draco y tú?". —Ron miró a Catalina asombrado como si su imaginación le jugara una mala pasada.

—"Ron". —Dijo Hermione en tono de advertencia, dándole un ligero golpe en el hombro.

—"¿Ay, qué?" —Se giró hacia ella con expresión ofendida mientras Harry se limitaba a negar con la cabeza y sonreír.

—"¿Está aquí?" —Los gemelos irrumpieron en la habitación, empujándose para ver quién llegaba primero. Ambos entraron por el marco de la puerta al mismo tiempo, haciendo que Catalina riera con fuerza.

—"¡Pues sí, ya estoy aquí!" —dijo Catalina, colocando ambas manos en las caderas.

—"¡Genial!" —Dijeron ambos al unísono, teniendo una sonrisa tonta en sus rostros. —"¡Estará en marcha!"— Dijo George, lanzando una mirada a Fred mientras sonreía. Su gemelo pareció entender lo que quería decir pero Catalina seguía confundida.

Con un movimiento de su varita, Catalina se quitó el abrigo de pieles y se quedó sólo con unos leggins y un jersey beige y mullido. El interior era tan cálido y acogedor que se sentía como en casa. Merlín sabe que esta casa era su hogar más que su hogar real. Los Weasley eran buenos amigos de sus padres y la cuidaban siempre que sus padres tenían que ir al Ministerio, que era casi siempre. Agarrando la taza de chocolate caliente con más fuerza, se perdió en los pensamientos de su infancia. Estaba sola desde que se conoció a sí misma. Sus padres eran buenas personas y le proporcionaban todo lo que necesitaba materialmente, pero emocionalmente eran distantes. Molly era como su segunda madre y con ella sentía que no le faltaba nada. Le enseñó a ser cariñosa, buena y empática por muy duro que te golpee la vida. Una gran parte de su personalidad fue influenciada por ellos.