Royal Blood |Lucius Malfoy ✔️

11.Comportamiento extraño.

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Catalina volvió a entrar en la habitación, esta vez con una bata de seda negra que le llegaba a la mitad de los muslos. Donde terminaban las mangas, tenía unos centímetros de encaje. Admiró la hermosa pieza y deseó ser lo suficientemente rica como para permitirse una.

La cama era un desastre, las sábanas estaban tiradas por todas partes y por muy limpia que estuviera ahora, seguía sintiéndose sucia después de lo que había hecho con Lucius. Merlín la ayudara, juró poner distancia entre ella y el padre de su amigo, y sin embargo, hacía apenas dos horas, él se enterraba en ella como si su vida dependiera de ello. Y para su vergüenza, le encantaba y ansiaba más. Andar a escondidas y tener algo tan prohibido le daba la emoción que necesitaba.

Pero, de nuevo, era egoísta. Draco la odiaría, Narcissa la odiaría, probablemente sus amigos no la mirarían igual si lo supieran. Temía que esta decisión pudiera afectar a toda su vida y, sin embargo, estaba dispuesta a arriesgarlo todo. A sentir esas mariposas en su vientre y su núcleo en llamas. Aunque había tenido sexo antes, nunca había sido tan adictivo e intenso. El único hombre con el que había estado era Bill Weasley, pero con él todo era tan vainilla. Con Lucius, descubrió una parte de sí misma que no sabía que tenía.

—"Eso te queda bien". —Oyó una voz tan familiar que la sobresaltó. La chica se dio la vuelta, enfrentándose a un Lucius más relajado. Esta vez, sólo llevaba una camisa blanca abotonada y unos pantalones negros.

Cerró el espacio entre ellos, agarrándola por la nuca y aplastando sus labios contra los de ella. Ella gimió en el beso, dejándose derretir. Las manos de ella se dirigieron al pecho de él, tratando de acercarlo, pero él dio un paso atrás.

—"No deberías esforzarte demasiado".— Sonrió con orgullo.

Catalina resopló molesta.

—"Sí, no querríamos que tu mujer escuchara un segundo asalto". —Le dio la espalda. Él la agarró por el antebrazo y la hizo girar con fuerza hacia su fulgurante mirada.

—"¿Qué acabas de decir?" —Preguntó, bajando la voz.

—"¿Qué pasa, Lucius, te ofendes cuando menciono a tu esposa pero no tienes problema en meterle la polla a otra mujer?".— Ella levantó la cabeza para mirarle a los ojos con confianza.

Él le agarró la garganta y la empujó contra la pared más cercana. Ella sintió como si le quitaran el aliento pero decidió mantenerse firme.

—"No hables de ella". —Gruñó con rabia. —"No tienes derecho a hablar de ella". —Catalina sintió que las lágrimas le quemaban los ojos pero las reprimió.

—"Hazlo, ahógame más fuerte".— Sonrió. —"No parecías tan frágil ahí antes". —Se burló de él, señalando la cama desordenada. Vio que Lucius tragaba saliva y retrocedía.

—"No quiero hacerte daño, Catalina". —Lucius habló más suavemente esta vez.

Catalina resopló con disgusto, cruzando los brazos sobre el pecho.

— "¿Qué es lo siguiente? ¿Hechizarme y luego decir que no querías hacerme daño? Sí, claro". —Ella evitó sus ojos. —"Lo entiendo, señor Malfoy, no quiere dañar a su juguete de mierda, ¿no es así?" —Espetó ella, mirándole a los ojos con furia.

—"No digas eso". —Le cogió la cara. Ella sintió el calor de su mano en su piel y sintió que la volvía loca.

—"¿Entonces por qué? ¿Por qué no quieres que saque el tema de tu matrimonio? ¿Por qué tengo que ser tan disimulada al respecto?" —Preguntó esta vez con más calma.