40.Amortentia.

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Catalina se puso rígida cuando Lucius dio pequeños y lentos pasos hacia ella. Por supuesto, él estaba bajo la maldición imperius y no era responsable de unirse a Voldemort y extender la supremacía de los sangre pura, pero aún así sus manos derramaron sangre y sólo este pensamiento la aterrorizaba.

Era un sangre pura y un mago poderoso, de eso no había duda e incluso en su estado de debilidad, Catalina sentía que podía dominarla. Y además, estaba ese pensamiento de que ella era de origen muggle y él era alguien que tenía fuertes creencias cuando se trataba de su clase.

Solía ser valiente y enfrentarse a todo con una fuerte voluntad, sin embargo, ahora tenía otra persona de la que preocuparse. Su hija. Y su marido. Tenía una familia amorosa a la que regresar y hacer enojar a un ex mortífago, no estaba en sus planes.

Se detuvo frente a ella, pareciendo que apenas podía mantenerse en pie. Intentó enderezar la espalda y parecer sano, pero fracasó estrepitosamente. Aunque el hombre sólo tenía 45 años, parecía tener 70 en el mejor de los casos.

"Buenas noches, señor Malfoy". Forzó una sonrisa incómoda.

"Buenas noches, señorita Fawley". Saludó cortésmente, tratando de contener la ola de sentimientos.

"Es la señora Prince, en realidad". Le corrigió ella, torpemente.

"¿Prince" Preguntó Lucius, confundido.

"Es el apellido de soltera de la madre de Severus. Él quería que tuviera su nombre en lugar del de su padre". Arrugó la nariz con disgusto, recordando todas las historias que su marido le contaba sobre su infancia y sobre cómo su padre muggle abusaba tanto de él como de su madre tras descubrir que tenían sangre mágica.

"Oh, por supuesto..." sintió que su corazón se rompía al escuchar su nuevo título. "No sabía que te habías casado, Catalina". Habló con la voz apenas audible y entrecortada.

"Bueno, no tenía pensado hacerlo, pero mi hija sucedió así que aquí estoy". Se rió. Se sentía extremadamente incómoda en su presencia y la pequeña charla la hacía aún más incómoda. Claro que recordó que solía hablar con él cada vez que visitaba a Draco y se llevaban muy bien, pero eso fue antes de la guerra, antes de todo.

"¿Hija?" Sintió como si le hubieran dejado sin aliento. "Estoy... Me alegro por usted, señora Prince". Sintió como si le arrancaran el corazón del pecho. Era como si cada palabra de esa frase le picara.

Catalina asintió feliz y sacó de su bolsillo un pequeño frasco. "Draco me habló de lo que te molesta así que preparé una poción que te ayudará con el insomnio, el estrés y los ataques de pánico". La chica miró el líquido verde.

"Eh, ya no tengo varita. ¿Puedo?" Extendió la mano.

Lucius asintió, sacando su propia varita de su bastón y entregándosela. La sintió muy ligera en su mano, cosa que le pareció extraña. Normalmente, le resultaba difícil usar la varita de otra persona. Incluso tenía problemas para manejar la varita de Severus.

Con un rápido movimiento, hizo aparecer una cuchara de té entre sus dedos.

"Esto serán tres gotas todos los días a partir de ahora". Le sirvió tres gotas y le entregó la cuchara de té a Lucius. Su mano tocó brevemente la de ella, enviando chispas a su piel y haciéndole temblar ligeramente.

Royal Blood |Lucius Malfoy ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora