Olor a neumático quemado, la histeria de la gente, motos rugiendo.......Todo por y para el Rey de las carreras de Clock Street, Emilio Osorio ó más conocido por Salvaje.
Una historia de dolor, pasión, amor, desamor mezclado con la ilegalidad, la ad...
Volvía a ser lunes y lo que los lunes significaban era inicio de semana y mucho trabajo por hacer. Además, esa semana iba a ser especialmente dura para Joaquín; sus padres se iban a ir a un viaje de negocios de Oliver y tras insistir mucho ambos convencieron a Elisabeth de ir con él así que Joaquín se quedaría sólo 1 semana entera. Ya lo tenía todo planeado, haría vida normal y tras el consentimiento de su madre, Emilio pasaría la semana con él. Eran las 7:30 de la mañana y estaban a punto de marcharse, sólo faltaba que llegase Emilio. Tendría que llegar rápido porque Joaquín tenía clases en media hora y no podía llegar tarde. El timbre sonó y el menor salió del baño escopeteado para abrir la puerta a su novio.
- Hola mi amor - saludo Emilio dándole un pico - Buenos días - saludo a los adultos más tímido
- Hola Emilio - le dió dos besos Elisabeth - Por favor cuida de mi niño
- Lo haré, no te preocupes por nada
- Lo sabemos Emilio - le toco el hombro Oliver - No sabríamos de alguien mejor que cuidase a Joaquín
- Oh vamos, no tengo 2 años. Puedo cuidarme sólo - se quejó Joaquín
- Claro hijo - le dió Oliver la razón
Tras unos minutos de risas los adultos se montaron en el auto y enseguida desaparecieron de la calle. En cuánto entraron a la casa, Emilio cogió a Joaquín en el aire y comenzó a dar vueltas con él en brazos mientras se besaban apasionadamente.
- Joder deja de ser tan irresistible - lo dejó en el suelo y comenzó a acariciarle el trasero
- E-Emilio debo ir a clas - oh - gimió en cuánto comenzó a succionarle el cuello
- Sí, así nadie pondrá las manos dónde no le conviene
- Emilio, a Alan le quedó ya bastante claro que soy tu novio. Después del chupetón con el que aparecí la semana pasada ya nadie, excepto Niko, me pone las manos encima
- Mejor, porque sino se las cortaré
- Celoso empedernido - río Joaquín mientras se ponía de puntitas para alcanzar sus labios - Ahora sé un buen novio y llévame a clase
- Sí mi sargento - dijo imitando el saludo militar
A pesar de sus problemas en situaciones concretas, su relación siempre había seguido adelante, aunque el miedo y la inseguridad se hicieron dueños de Joaquín en determinadas ocasiones.
Joaquín le dejó claro que él siempre iba a hacerle más feliz que nadie, bueno más que Niko imposible, pero Emilio lo entendió. Es cómo que a Emilio nadie vá a hacerle nadie más feliz que lo que Eduardo le hace. Dejaron todos sus miedos atrás y sus inseguridades. Emilio evitó los celos por aquel chico aunque aún cuándo lo vé aprieta tanto los puños que se deja la marca de sus uñas en la palma de la mano, pero ahí está Joaquín siempre para tranquilizarlo. Joaquín para Emilio es cómo el calmante para las fieras, lo relajan hasta tal punto que no saben que están haciendo. Emilio a veces se convierte en una fiera y el título de salvaje sólo lo tiene porque es el mejor de las carreras, no porque él lo sea.
Tras finalizar la mañana Emilio volvió para recoger a Joaquín, así que salió del aparcamiento hasta la entrada y ahí lo esperó perdiéndose en la multitud que salía agotada de un horrible lunes. Joaquín en cuánto salió vió su cabellera y no dudó en ir hacía él. Esos rizos que le enamoraban eran inconfundibles. Se colocó detrás de él con cuidado y tapó sus ojos sintiendo cómo el mayor se relajaba bajo su tacto. Acercó su boca al oído y ahí le susurro.
- Hola guapetón, ¿Estás sólo? - el rizado se giró aún con las manos de Joaquín en sus ojos
- Bueno, estoy esperando aquí a mi novio - pasó sus grandes manos hasta su cadera tocándole ligeramente el culo - Es bajito, delgado, con la tez blanca, tiene unos ojos mieles que me enamoran, una sonrisa encantadora, pelo castaño y se llama Joaquín. No le conocerás ¿no?
- Déjame ayudarte - quitó las manos de sus ojos - ¿Es éste? - se señaló
- Sí, justo éste - lo acercó para besarlo
De la mano llegaron hasta el auto del mayor y de ahí fueron a la casa en la que estarían solos una semana. Nada más llegar Joaquín se dirigió a su habitación para cambiarse de ropa mientras Emilio iba a hacerle algo de comer. Joaquín decidió jugar, así que simplemente se adentró en la cocina con sus boxers y carraspeó un poco para que Emilio lo mirase. Y así fué, se giró sobre los talones y nada más verlo acercarse se quitó la camiseta y lo cargó encima de él.
- Hola - dijo el castaño desde arriba
- Algún día vas a matarme - advirtió el rizado besándole el cuello
- No Emilio, ahora debo comer
- Oh, claro que vas a comer - siguió besándole el pecho
- Grosero - le pegó un manotazo suave en la mejilla
Tras patearle suavemente el estómago, el castaño consiguió que Emilio lo bajase de sus brazos y cuándo la comida estuvo preparada se sentaron a comer.
Después de lavar los cacharros ambos se sentaron en el sofá y ahí Joaquín puso sus piernas encima de las de Emilio y éste lo atrajo más hacía él. Se quedaron mirando fijamente a los ojos del otro completamente embobados.
- Me pones nervioso - susurro Joaquín ocultando su rostro en su hombro
- Oye, no - lo agarró de la barbilla - Mírame
- No Emilio, me dá vergüenza
- ¿Porqué?
- No sé, a veces me pregunto que viste en mí
- Lo más bonito que jamás he tenido la suerte de encontrar
- Emilio... - se quejó tímido
Lo atacó a los labios sorprendiéndolo y lo colocó encima de él poniendo sus rodillas a cada lado de su cuerpo.
- Eres perfecto a ver si te enteras de una vez - susurró Emilio
Joaquín no pudo más y comenzó a desabrocharle el pantalón y con la ayuda del rizado consiguieron deshacerse de él. Pronto se encontraban los dos desnudos en el sofá rozándose. Joaquín sintió unos dedos invadir su entrada y comenzó a gemir.
- Ah Emilio - jadeó
- Estás muy apretado mi amor
- Sí, hace mu-mucho tiempo ah que no hacemos nada
- Lo sé, ahora tenemos todo el tiempo del mundo
Emilio sacó los dedos de su interior y lo cargó en brazos para llevarlo a la cama y ahí estar más cómodos.
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