Olor a neumático quemado, la histeria de la gente, motos rugiendo.......Todo por y para el Rey de las carreras de Clock Street, Emilio Osorio ó más conocido por Salvaje.
Una historia de dolor, pasión, amor, desamor mezclado con la ilegalidad, la ad...
Aquella noche Emilio decidió llevar a Joaquín al garaje. No a cenar, ni a arreglar la moto, sino a dormir. Quería tener un momento de intimidad con él aunque fuese entre herramientas. No hicieron nada porque era demasiado pronto para pasar a un nivel superior de muestras de cariño. Ni siquiera eran una pareja ya que a Emilio no le gusta hacer el amor con alguien que no es su pareja. Él siempre ha sido muy tradicional; le gusta tener una pareja, llevarla a casa a que la conociese su familia y si obtenía la aprobación de su madre pasaría a un nivel siguiente. Emilio ha sufrido mucho en su vida, por eso le gusta que su madre y hermana conozcan a su pareja, porque ellas saben si vá a ser bueno ó malo. Quiere ser de una vez por todas feliz con su pareja.
En ese mismo instante en el que Emilio pensaba en todo, Joaquín estaba trazando el recorrido de los pájaros tatuados en su pecho.
- Nunca pensé que tuvieses éstos tatuajes aquí - dijo bajando la mano hacía las ramas que tenía tatuadas.
- Me los hice muy pronto, era un inconsciente.
- Te sientan bien, aunque nunca entendería su significado.
Emilio sonrió al escuchar su risita. Lo acostó en su pecho y a las 4 de la madrugada se quedaron profundamente dormidos. Joaquín abrió los ojos y vió los rayos del sol entrando por las pequeñas ventanas. Miró a su acompañante con su cabeza apoyada en su brazo doblado y con el otro brazo rodeándole la cintura. Sonrió volviendo a cerrar los ojos, pero enseguida cayó en algo.
- Mierda... Mierda. Emilio despierta tengo que volver a casa.
Emilio al escuchar eso abrió los ojos cómo platos y se levantó inmediatamente. Ambos acomodaron sus ropas y se montaron en la moto de Emilio. Antes de salir el rizado miró su celular, eran las 8:30 de la mañana. En media hora se levantaría el padre de Joaquín, ya que los sábados también tiene que trabajar. Emilio puso la moto a máxima velocidad y salieron de ahí tan pronto cómo fuese posible.
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- Adiós amor - dijo Joaquín dándole un beso antes de correr hacía su casa.
Ni siquiera pensó lo que dijo, ni lo meditó. Sólo salió de su boca cómo por arte de magia. Tras cerrar la puerta corrió a su cama y ahí se dió cuenta de lo que había dicho. Quería morirse de la vergüenza. Mientras tanto Emilio seguía parado enfrente de la casa asimilando lo que el pequeño le había dicho. Una sonrisa apareció en sus labios y decidió abandonar la calle.
Esa misma mañana Joaquín acompañó a su madre a hacer la compra y después irían a tomar algo antes de volver a casa. También quedaron con Nikolás, ya que le encanta estar con él y con su madre. Pero para sorpresa de ambos Niko no apareció sólo, apareció con Eduardo. Se lo presentó formalmente a mi madre y ésta sonrió encantada.
- Hola Joaquín - dijo pasando un brazo por su cintura y abrazándolo.
- Hola - Joaquín se quedó estático en su sitio - Niko ¿Me acompañas un segundo?
