Olor a neumático quemado, la histeria de la gente, motos rugiendo.......Todo por y para el Rey de las carreras de Clock Street, Emilio Osorio ó más conocido por Salvaje.
Una historia de dolor, pasión, amor, desamor mezclado con la ilegalidad, la ad...
Sólo quedaba 1 hora para llegar y el menor ya se encontraba durmiendo en el asiento del copiloto. Estaba acurrucado con las piernas encima de la guantera del coche con sus pies tocando la luna. Por ella caían bastantes gotas, ya que minutos atrás había empezado a llover. Emilio ya estaba cansado de conducir, no hacía tanto que no iba a Holmes Chapel, pero no recordaba que el camino era de lo más aburrido y más si su acompañante se dormía. Al fin llegaron a la casa, casi a las afueras del pueblo. Decidió meter las maletas para después cargar a Joaquín hasta el interior. Abrió la puerta del copiloto recibiendo un pequeño gruñido por parte del menor por culpa del viento que hacía. Comenzó a abrir sus ojos y vió a Emilio pasar un brazo por debajo de sus piernas y otro ya se encontraba rodeando su cintura. En cuánto lo cargó, Joaquín se acurrucó en su pecho dando un pequeño bostezo.
- ¿Hemos llegado?
- Sí - dijo besándole la cabeza
Joaquín podía acostumbrarse a los buenos tratos del mayor. Se sentía querido con él y no cómo un trozo de carne cómo se ha estado sintiendo por varios años. Quizás Emilio le hizo sentar la cabeza y eso siempre se lo agradecerá y ni siquiera eran una pareja normal.
Ya en la casa Emilio abrió con un poco de dificultad la puerta corredera que separaba la entrada del salón. Ahí dejó al ojimiel acostado en el sofá mientras él iba a encender la calefacción y a preparar algo de cenar porque ambos estaban hambrientos. Joaquín mientras tanto se levantó del sofá y comenzó a ojear algunas fotos que había encima de los muebles. Vió una de un niño pequeño rubio con los ojos negros. También lo vió por otras muchas fotos. Se parecía a Emilio, pero no podía ser él, Emilio no era rubio ni tenía los ojos negros sino cafés, luego le preguntaría
Siguió mirando otras fotos en dónde aparecía una niña y el mismo niño y otra estaban los dos y una mujer. El grito de Emilio anunciando que la cena estaba lista lo sacó de sus pensamientos y salió del salón para dirigirse a la cocina.
- Emilio ¿Porqué no hay fotos tuyas en casa de tu abuela?
- Precisamente hay fotos mías por toda la casa Joaquín - dijo frunciendo el ceño
- Eres...
- El niño rubio de ojos negros, sí me temo que soy yo
- Pero ¿Dónde dejaste ese lindo pelo liso y esos ojitos de ángel?
- Bueno creo que no me he convertido en un monstruo - dijo pretendiendo ofenderse
- No, pero tu pelo era precioso y ahora... Ahora no sé lo que parece
- Pues... - dijo acercándose tanto a él que lo acorraló contra la pared de la cocina - Bien que te gusta enredar tus dedos en mi pelo cuándo nos besamos y bien que te pierdes en mis ojos cuándo te miro
A Joaquín se le atascó la respiración en el pecho y tuvo que mirar al suelo para dar una gran bocanada de aire
- Y también parece que éste monstruo te hace desfallecer, vaya creí que los monstruos eran feos y malos y sin embargo, tú te mueres por éste monstruo
- Eres un idiota - dijo dándole unos débiles puñetazos en el pecho pretendiendo separarlo
Pero el mayor ni siquiera se inmutó. Tenía la cintura de Joaquín rodeada por un brazo suyo y sus pechos totalmente pegados. Llevaba horas sin besarlo ni tocarle y en verdad lo echaba de menos. No se dió cuenta hasta que Joaquín chasqueó sus dedos que se había perdido en sus ojos.
- ¿Ahora quién se pierde en los ojos de quién?
- Ven aquí
Colocó sus palmas en los muslos de Joaquín levantándolo del suelo haciendo que éste enrollarse sus piernas en la cintura. En cuánto lo tenía en la posición que lo quería acercaron sus bocas y se dieron un beso totalmente apasionado. También se olvidaron de la cena y Emilio intentó dirigirlos a la habitación, pero nada más cruzar la puerta de la cocina se tropezó con la alfombra de la entrada y cayeron al suelo. Emilio protegió la cabeza de Joaquín con su mano derecha y su espalda con el brazo izquierdo.
- Auch - dijo Joaquín riendo con Emilio encima de él - Me aplastas
- De nada por protegerte la cabeza y así no haberte quedado tonto
- Pero me has aplastado así que...
Emilio decidió quedarse encima de Joaquín "aplastándolo" mientras el otro intentaba quitárselo de encima. Decidió hacerle cosquillas en los costados y así quitárselo de encima. Lo logró y ayudó a Joaquín a levantarse.
- ¿Qué tal si cenamos y luego nos seguimos tropezando? - propuso Joaquín
- Me parece genial
Cenaron unas hamburguesas que Emilio había traído en una pequeña nevera con parte de la comida para la semana. Esa casa llevaba vacía muchos años, salvo algunas veces que la madre de Emilio iba a limpiarla y a dejarla presentable por si alguna vez iban así que no estaba tan mal. Tras una agradable cena prosiguieron a instalarse en el pequeño cuarto. Cambiaron las sabanas por unas nuevas y abrieron la ventana para que el desagradable olor a cerrado se eliminase. Colocaron sus prendas de ropa en el gran armario de la habitación para así no tener la maleta echa un desastre. Al terminar Joaquín se tiró en la cama totalmente derrotado por el cansancio y con muchas ganas de dormir. Era bastante tarde y lo único en lo que pensaba ahora era en meterse en la cama a descansar, pero Emilio obviamente tenía otros planes. Se acostó al lado de Joaquín y comenzó a acariciarle la espalda, ya que éste estaba boca abajo
- Mm sigue - dijo adormilado el pequeño en cuánto Emilio paró
Se colocó encima de él y empezó a acariciar sus costados y a besar su espalda. Con cuidado Joaquín se giró bajo el musculoso cuerpo del rizado quedando cara a cara. Emilio abrió sus piernas y se colocó entre ellas y comenzó a besarle el cuello bajando por todo su pecho descubierto.
- E-Emilio
- Calla Joa
- Emilio mírame - dijo agarrándole la cara para que lo mirase a los ojos
- Eres mi novio - no era ningún tipo de pregunta, era una afirmación
- ¿Soy tú...?
- Lo eres, mío
- Hazme tuyo Emilio, hazme el amor
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