Olor a neumático quemado, la histeria de la gente, motos rugiendo.......Todo por y para el Rey de las carreras de Clock Street, Emilio Osorio ó más conocido por Salvaje.
Una historia de dolor, pasión, amor, desamor mezclado con la ilegalidad, la ad...
Ambos corrían, cómo sino hubiese un mañana, no paraban de gritar que la gente se retirase de la pista que es a dónde se dirigía aquel auto sospechoso, pero nadie parecía escucharlos. El grupo dónde estaba Joaquín también se dirigía hacía la multitud para evitar la masacre que se venía encima. Emilio observó cómo su marido corría también y un miedo terrible invadió su cuerpo, no sabía si dirigirse hacía la gente ó hacía él para evitar lo peor. Ellos llegaron antes que Emilio y Eduardo, pero estaba siendo demasiado tarde. Los vieron cómo les agarraban de los brazos y los movían lejos de dónde parecía ir el auto, pero lamentablemente el vehículo comenzó a arrollar a la gente.
Romina se estaba encargando de un grupo de niñas de una edad aproximada de 17 años, eran menores y tenía que ponerlas a salvo, pero era demasiado tarde. De un empujón las apartó a las 4 haciendo que cayesen al suelo y ella se estaba preparando para ser arrollada. Cerró los ojos, pero de pronto sintió un empujón en su cadera para después caer al suelo. Abrió los ojos y observó cómo su hermano se encontraba encima de él.
- Llévatelas, corre - mandó el rizado
Ella hizo justo lo que le había ordenado, volvió hacía las niñas y se las llevó lejos. Emilio después de salvar a su hermana se acercó a dónde estaban los heridos mientras marcaba el número de la ambulancia. Con su mirada buscó a Joaquín, pero no lo encontraba. Sintió una mano agarrarle el tobillo y echó la mirada hacía abajo. Había una chica rubia, con la cara ensangrentada. Se agachó y le sostuvo la mano.
- La ambulancia está en camino, tranquila
- Duele, duele mucho
- Todo vá a salir bien, te lo prometo
Volvió a levantar la cabeza en busca de su marido, pero lo que encontró fué al vehículo volver rápidamente. Con las pocas fuerzas que le quedaban cogió a la chica herida en brazos para evitar que la volviese a atropellar y la llevó hacía su auto. Intentó hacerlo en el menor tiempo posible para poder socorrer a los que quedaban, pero fué imposible. Tuvo que apartar la mirada, aquello fué una masacre. La poca gente que quedaba en pié salió corriendo mientras que los pobres heridos volvían a ser arrollados.
Volvió a buscar a Joaquín, asustado, aterrado. No lo encontraba, pero, sin embargo, sí que tenía localizado a su hermano y a Eduardo.
- Ayuda, ayuda - escuchó su voz
Desde la distancia él y Eduardo se miraron, ambos habían reconocido la voz así que se dirigieron hacía dónde procedía. En cuánto llegaron Eduardo comenzó a llorar, Joaquín sostenía la mano de Niko, el cuál estaba sobre el pavimento con sangre saliendo de su cabeza. Emilio pasó las manos por la cintura de Joaquín levantándolo del suelo mientras lo abrazaba por la espalda.
- Niko, no te duermas por favor
- T-te qui-quiero - susurró
- No me hagas eso por favor, vas a ponerte bien
Joaquín se dió la vuelta abrazando a su marido.
- La ambulancia está de camino - informó Emilio en voz alta
- ¿Escuchas Ni? Ya vienen a ayudarte, sólo aguanta unos minutos
No se movieron de allí, la ambulancia llegó en unos 5 minutos. Nikolás cerró los ojos, pero seguía respirando. Simplemente, pedía descansar y aunque a los 3 les aterrase la idea de que cerrase los ojos lo dejaron. Los paramédicos enseguida lo estabilizaron. A los pocos heridos que quedaban los socorrieron y a los fallecidos se los llevaron. Emilio no podía ver aquella escena, su lugar volvía a estar manchado de sangre y sabía que ésta vez no iba a superarlo. Emilip recordó que había una chica herida en su coche así que llevó a los médicos allí. Al parecer estaba bastante grave así que se la llevaron de inmediato. Miró dentro de su auto, todos los asientos traseros se encontraban llenos de sangre.
- Emilio - la voz de Joaquín lo asustó - ¿Estás bien? - el rizado negó con la cabeza
Joaquín no preguntó más, se acercó a él y lo abrazó.
- Tranquilo mi amor
- No puedo, no puedo con más sangre
- Lo sé, tranquilo. No hay que pensar en ésto ahora
En el fondo Joaquín sabía lo que estaba queriendo decir Emilip con esas palabras, pero no se atrevía a decirlo. Emilio prestó declaración en cuánto llego la policía, también les informó que unas semanas atrás ese mismo auto había intentado atropellarle. Joaquín también habló con ellos informándoles lo que había ocurrido con el padre de Emilio y todo el revuelo que había conllevado. Una vez acabado se dirigieron al hospital dónde habían habilitado una planta entera para todos los heridos. Emilio aunque no los conociese iba de habitación en habitación disculpándose y asegurándose de que todos estuviesen lo mejor posible. También llevó botellas de agua a los acompañantes que se encontraban con los heridos. Se sentía culpable de todo y de alguna manera sentía que no podía estar sentado de brazos cruzados. De un momento a otro la máquina de bebidas se quedó sin botellas de agua y el rizado se cabreó mientras caía de rodillas frente a la máquina. Joaquín al escuchar un ruido se acercó rápidamente y lo observó sobre sus rodillas con el puño presionado en la máquina. La gente lo miraba con curiosidad.
- Emilio ¿Qué ocurre mi amor? - lo ayudó a levantarse
- Es todo mi culpa Joaco - lloró
El menor echó la mirada hacía atrás viendo cómo aún la gente los observaba.
- Salgamos de aquí, disculpen - la gente hablandó la mirada al ver la situación en la que ser encontrada el rizado
Cuándo ya estaban en la calle y se sentaron en un banco, Emilio comenzó a temblar, pero no de frío.
- Ha sido todo mi culpa, los muertos, los heridos, todos...
- No es así cariño. Tú no pusiste ese auto allí
- Pero intentaron atropellarme a mí y en vez de averiguar quién fué, seguí con mi vida
- No sabíamos que iba a volver a atacar
- Es mi culpa... debo hacer algo
- ¿Qué vas a hacer?
- Tengo que hacer una visita a la cárcel
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