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JOAQUÍN

Al despertarme a la mañana siguiente estiré un brazo recorriendo toda la cama sintiéndola fría bajo mi tacto. Inmediatamente, abrí mis ojos inspeccionando la habitación encontrándome a mí sólo. Divisé un ramo de rosas encima de la cómoda y sonreí cómo un tonto. En el suelo también ví unos pétalos de rosa simulando un camino. Decidí recorrerlo descubriendo que llevaban a la cocina. Allí ví una bandeja con un desayuno y una nota pegada a la taza.

"Buenos días, he salido a hacer unas compras que faltaban. Voy a hacer lo que debería haber hecho ayer, una cena en condiciones y no un par de hamburguesas. Disfruta de tu desayuno bonito, volveré enseguida."


En cuánto terminé de leer sonreí y comencé a desayunar. Apenas llevaba unos minutos cuándo escuché la puerta abrirse. Al principio me alarmé, pero supuse que sería Emilio y así fué. En cuánto entró a la cocina me lancé a sus brazos enrollando mis piernas en su cintura. Sentí sus manos sostenerme por mis muslos y sus labios en mi cuello.

- Buenos días, dormilón - un escalofrío recorrió mi cuerpo

- Emi - susurré

Sentí su risa vibrante en mi cuello e inmediatamente nos separamos. Acerqué mi boca a la suya saboreando el sabor a menta de su boca.

- ¿Leíste la nota?

- Sí y quiero saber que cena vas a hacer

- No sabrás nada, es más, vas a estar fuera de casa

- ¿¡Que!? ¡No conozco éste pueblo! - dije alterado - Pueden secuestrarme

- Tranquilo, princesita, Niko y Eduardo vienen ésta tarde. Eduardo se quedará conmigo y Niko contigo así que ahora no sólo te secuestrarán a tí - dijo en tono burlón

- Te odio

- ¿Odias a tu novio?

Dijo eso y mi corazón comenzó a latir muy fuerte, casi juraría que se me iba a salir del pecho. Nunca me había fijado en el precioso color de sus ojos hasta ese momento en el que todo a mi alrededor se detuvo. Sólo estábamos él y yo, él sonriéndome y mirándome fijamente.

- Sí lo hago - contesté

- Espero que estemos en el mundo al revés y eso signifique que me quieras

Sonreí asistiendo y volví a besarlo. Creo que podría vivir únicamente del sabor de su boca y de su lengua jugueteando con la mía. Era una sensación que nadie me había hecho vivir y que me encantaba.

Después de comer el sonido del timbre nos interrumpió. En cuánto Emilio abrió la puerta escuché la voz de Eduardo y unos pasos acelerados viniendo a la cocina. En cuánto ví su cabellera rubia me levante y lo abracé muy fuerte. Nunca había estado un día entero sin ver a Niko y era raro. Emilio y Eduardo rieron en cuánto nos vieron abrazándonos y riendo.

Clock Street // Adaptación Emiliaco // 1° y 2° Temporada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora