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Motores rugiendo, chicas, música, alcohol... ¿Qué más se podía pedir en Clock Street?

Por fin volvía, a su casa, a su lugar que tanto había echado de menos. Estaba siendo la persona más feliz del mundo, después de unos cuántos meses de recuperación Salvaje volvía, algo débil, pero Salvaje estaba allí. En cuánto su auto apareció en Clock toda la gente le hizo pasillo. Al rizado estaban a punto de saltarle las lágrimas y su acompañante estaba inquieto en el asiento del copiloto. Hacía muchísimo tiempo que no iba a ese lugar y volverlo a ver abarrotado de gente simplemente por la presencia de su marido le hacía la persona más feliz del mundo. Desde el interior se podía escuchar la histeria de la gente del exterior, el nerviosismo se sentía en el ambiente. Salvaje volvía a su hogar. Aunque haya sido un lugar que desde pequeño había odiado por la influencia de su padre, ahora estaba seguro de que no podía vivir sin él. Se sentía libre cuándo llegaba allí, nadie le obligaba a nada, no había ni reglas, ni normas, salvo las que él establecía. Todo, era suyo.

Llegaron hasta el final del pasillo creado por la gente encontrándose de frente con Eduardo y Nikolás bastante acaramelados junto al suto del pelinegro. Emilio emitió un sonido con la bocina sacándoles de su trance.

- Señoritas, caballeros - habló Eduardo y todo el mundo se cayó - Hemos esperado mucho para éste día - Emilio rió desde el interior del vehículo mirando a Joaquín - Ahí dentro - señaló el auto - Se encuentra una leyenda, una leyenda que vuelve para quedarse por mucho tiempo. Quiero que os dejéis las manos aplaudiendo y las gargantas de tanto gritar para... - los nervios empezaron a aflorar en la pareja - Para recibir a Salvaje - y el ruido comenzó

La pareja comenzó a reír dentro del auto y antes de salir se miraron y besaron.

- Tu público aguarda... Salvaje - le susurró en los labios

El rizado suspiró de alegría y salió del vehículo sintiendo aún más en todo su cuerpo todo el estruendo que se estaba generando en el exterior. Joaquín lo miró desde el interior cómo si tuviese miedo a dar un paso adelante. Emilio comenzó a andar en dirección hacía Eduardo mientras la gente le daba suaves palmaditas en el brazo y le gritaban cosas. Llegó hasta dónde se encontraba su amigo y allí se fundieron en un fuerte abrazo. Al verlos, Joaquín salió y también recibió halagos de parte del público, pero a éste no le interesaban, sólo quería estar cerca de su marido. Llegó hasta ellos y cuándo Emilio lo vió lo atrajo hasta su cuerpo besándolo lentamente mientras la gente gritaba "Que vivan los novios".

Un rato después, cuándo todo estaba un poco más calmado, se dirigieron hacía la mesa que se preparaba cómo de costumbre para la gente más cercana a Emilio.

Compartieron risas, recuerdos e incluso las anécdotas más graciosas que ocurrieron en algunas carreras que se celebraron mientras él no había estado.

- Todo éste tiempo no ha sido lo mismo - habló Marín - Sin tí aquí, era cómo celebrar algo en vano. Brindo por vosotros - levantó la cerveza - y porque ojalá ésta noche se repita hasta el final de nuestros días

- Amén - respondió Emilio levantando su cerveza

Durante la cena Joaquín cotilleó cosas con Niko y Emilio no paraba de hablar con Eduardo. El rubio le contó lo que había ocurrido después del malentendido. Éste habló con Romina y ella le contó que Joaquín no había hecho nada con Eduardo, simplemente que en la situación en la que estuvo en ese momento fué de mucho estrés y cualquier cariño era bien recibido. Se volvieron a pedir perdón mutuamente y continuaron cotilleando sobre un chico en especial. Conversación que escuchó Emilio y reclamó la atención del menor a través de un apretón en su pierna. Éste lo miró y le sonrió.

Clock Street // Adaptación Emiliaco // 1° y 2° Temporada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora