De charla con Mario

11 1 2
                                    

Cuando entré a Facal hacía frío y una llovizna apenas perceptible mojaba hasta las entrañas. El lugar estaba atestado de gente y no quedaban mesas vacías.
¡Necesitaba un café cargado, caliente y amargo!
En uno de los rincones vi a un hombre que hacía señas. Me señalé a mí misma y él asintió con la cabeza. ¡Me invitaba a compartir su mesa!
Mientras me acercaba lo observé: mayor, mirada tristona y un rostro que inspiraba confianza. Me resultaba conocido.
Al llegar le tendí la mano.
-Adriana, dije.
-Un gusto. Soy Mario.
-¡Muy amable, Mario!
En un susurro dijo:
-Usted no sabe cómo valoro su coraje de haber aceptado mi invitación.
-Todos necesitamos alguna vez un cómplice, que nos ayude a usar el corazón. Creo que hoy fui ese cómplice para usted, Sr. Benedetti. Su corazón no permitió que me fuera con tanto frío.
Sonreímos los dos. Y si antes lo admiraba, desde ese día también aprendí a quererlo.

ilargiluna
1/7/2022
(746)

Microrrelatos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora