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Supervisa su reflejo por decima octava vez. Se llena de perfume y comprueba que su ropa esté bien acomodada. Tiene que cerciorarse de que se ve perfecto, tiene que verse bien para causar una buena impresión, para que la bailarina vuelva a elegirlo como ocurrió noches atrás.

Se arma de valor y egresa del cuarto cuando ya está satisfecho. Baja las escaleras con sigilo para no despertar a sus hijos. El lugar está a oscuras, es difícil discernir los peldaños que pisa, pero se relaja un poco al llegar al suelo, y cuando está por abrir la puerta, una voz a sus espaldas le provoca un sobresalto violento. 

—¿A dónde vas tan arreglado? —interroga Jimmy. Brian, que no se había percato de su presencia hasta ahora, voltea fingiendo indiferencia y lo encuentra en el sillón, con los pies sobre la mesa y el televisor prendido.

—¡Jimmy! —le reprocha en un susurro, evadiendo su pregunta—. ¿Qué estás haciendo despierto? ¡Vete a dormir ahora! 

—Con que tienes una amante. —bromea, haciendo enfadar a su padre.

—¡Vete a la cama! —exclama con las mejillas ardiendo—. ¡Tienes que ir a la escuela mañana!

—Y tú tienes que ir al trabajo. —discute. 

—Haz lo que te digo, Jimmy. —su mirada penetrante le hace saber que no está jugando. 

El menor apaga la televisión y obedece, cosa que rara vez hace pero que ahora es conveniente teniendo en cuenta que acaba de descubrir el pequeño secreto de Brian. Sube las escaleras con una sonrisa, y antes de llegar al ultimo escalón se gira hacia la entrada, donde el rizado permanece de pie.

—Que te diviertas. —dice a modo de burla. 

Brian desconoce si su hijo pretende ser un buen chico o si se está riendo de él. De todas formas, sonríe un tanto avergonzado y sale de su hogar.

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La euforia se apodera de él en cuanto oye las dulces melodías del Blues llegando a sus oídos. Abre la puerta con nerviosismo y recorre el pasillo aspirando el aroma a madera del ambiente. Localiza una mesa libre, toma asiento y trata de encontrar a la rubia, pero no aparece por ningún lado. Un mesero lo interrumpe para ofrecerle el menú de la noche. Brian le agradece amablemente y analiza las opciones por encima, percatándose que ninguna de ellas es apta para vegetarianos, de modo que se disculpa y rechaza la invitación. 

Minutos después, mientras todo el mundo está comiendo excepto él, comienza a intentar relajarse escuchando la música y bebiendo vino. 

Sus ojos se pasean por el lugar y se detiene cuando encuentra a la mujer que tanto deseaba ver. Está recargada en la pared, sin hablar con nadie, con un cigarrillo entre sus dedos, los tobillos cruzados y la mirada perdida, pensativa, desanimada. En esta ocasión viste un precioso vestido rojo de lentejuelas que marca su figura y deja uno de sus muslos desnudo. May identifica como sus latidos se aceleran y sonríe por inercia, aunque por otra parte, también lamenta verla así, y se pregunta que le habrá ocurrido como para que se muestre tan deprimida.

La iluminación cambia abruptamente y el salón empieza a ser ocupado por las bailarinas. La rubia no se inmuta, observa desde lejos, probablemente espera su turno, Brian también lo espera. Él intenta mirarla para que se sienta observada y puedan aunque sea saludarse visualmente, sin embargo su plan falla, ella continua en la misma posición soltando bocanadas de humo, las cuales desde el punto de vista del mayor son lo más atractivo del mundo.

Más tarde el lugar se disipa de a poco para dar paso a la que May considera la estrella de todo el salón. Todos saben de quien se trata y la reciben con aplausos. Ahora la mujer dibuja una pequeña sonrisa en su rostro, lo cual hace que el rizado quede encantado. 

Se mueve por el espacio libremente atrayendo todas las miradas, moviendo sus caderas con gracia, girando, caminando sensualmente e incluso levantando su vestido para que se aprecie mejor el movimiento de sus piernas. Brian permanece quieto, asombrado e hipnotizado con la danza de la desconocida.  Se queda pálido cuando los ojos azules de la mujer se posan sobre los suyos atentamente, y no aparta la mirada, sonríe, continua moviéndose con su objetivo en la mira, como si le bailara a él. 

A medida que se acerca Brian va perdiendo el aliento lentamente, pero consigue recuperarse y se incorpora antes de que ella siquiera extienda la mano. Él es más rápido, une sus dedos y la lleva a la pista de baile. El publico aplaude nuevamente, preguntándose quien es aquel hombre de rizos, y preguntándose como logró que ella lo invitara a bailar siendo que nunca antes había bailado en compañía. Definitivamente hay química entre ambos, varios especulan que es parte de la coreografía y que los dos se conocen, nada más alejado de la realidad.

Están felices de reencontrarse y entusiasmados por repetir la noche en que se conocieron. Se adueñan del lugar, fluyen con el otro, se entregan por completo, como si fuera un coqueteo silencioso, una manera de admitir que la tensión entre ambos es tan grande que siempre van a volver, porque es imposible ignorarla. El roce puede ser divertido pero también una larga y dolorosa tortura. Los movimientos son automáticos, no se detienen a pensar que seguirá después, sencillamente permiten que sus cuerpos hablen por ellos y permanezcan en sintonía con el contrario en todo momento, no importa qué.

En un momento dado, May la inclina y la sostiene con fuerza para evitar que caiga. Se observan por una fracción de segundo, y es suficiente para quedar profundamente embelesados. 

━Hola. ━murmura él con una sonrisa tímida, esperando a conocer su voz.

━Hola. ━responda ella en un jadeo, sonriendo del mismo modo y bendiciendo los oídos del mayor. 

¿Qué tiene ella que lo hace sentir de esa forma? Ella lo hace dudar sobre su sexualidad. Brian piensa que no está tan seguro como creía y que tal vez no es gay sino bisexual. No obstante, ve algo distinto en ella, algo que no tiene el resto de mujeres y que la hace especial, pero no puede descifrarlo. 

Al finalizar, ella hace una reverencia al público y él la imita. Luego la rubia se voltea hacia el rizado, despidiéndose con la sonrisa más dulce y sincera que May haya visto jamás. Pero antes de que la pierda de nuevo, reacciona tomándola de la muñeca con suavidad, llamando su atención.

 ━¿Cómo te llamas? ━le pregunta, tratando de ocultar sus nervios. Ella permanece tranquila.

━No lo sabrás todavía. ━contesta con una sonrisa lasciva que deja al contrario inmóvil. 

Se libera del agarre sin que el contrario se percate de ello y se aleja. 


midnight dance; brian may & roger taylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora