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Aspira el aroma que desprende el abrigo una vez más . La fragancia del rizado es embriagadora, hace que piense en él con una sonrisa tonta, le causa un vaivén de sensaciones, le proporciona un sentimiento de seguridad y confort, pero sobretodo aprecio, un aprecio muy extraño dadas las circunstancias. Apenas unas semanas de conocerse y su mente ya está fantaseando con todo tipo de situaciones que le hacen malinterpretar las cosas. Ese es el problema, apegarse demasiado a las personas, y en esta ocasión, enloquecer por un extraño del cual ni siquiera sabe su nombre. Pero es tan atractivo, tan amable, tan talentoso... Es fácil que Roger caiga ante sus encantos, es muy sensible en ese aspecto, cualquier chico que sea mínimamente guapo sería la perdición de Roger y, por supuesto, no se rendiría hasta llevarlo a su cama. Sin embargo este es un caso especial, y más allá del deseo físico, existe un cariño que se intensifica da vez más, aunque es claro que el rizado es muy ingenuo  como para pensar en algo sexual. No obstante, a veces, cuando bailaban, Taylor duda de ciertos roces o movimientos. Quien sabe, tal vez detrás de aquel hombre tímido se oculte uno más rudo e impulsivo. 

Es divertido crear escenarios falsos en su cabeza, pero luego recuerda que está interpretando a un personaje, y que por lo tanto al rizado le atrae alguien que en realidad no existe. Entonces su sonrisa desaparece y vuelve a la realidad de golpe, como si le arrojaran un balde agua helada a la cabeza.

Roger deja el abrigo en la cama con mucho cuidado. Luego de analizarlo un par de segundos, voltea por inercia al escritorio que tiene a su costado, y toma su perfume, para posteriormente llenar la prenda de loción y dejar su huella ahí mismo, para ser recordado.

—¿Qué estás haciendo ahora? —escucha la voz de Freddie desde la puerta—. ¿Es una especie de magia negra? Eres una arrastrada, rubia. 

—No es magia negra, idiota —responde, enderezándose y dejando el perfume en su lugar—. Es porque pensará en mí cuando lo use. 

—Estoy seguro de que piensa en ti más de una vez al día. ¿Cuál es la diferencia?—Taylor ríe con ironía ante su pregunta.

—No, creo que no entendiste. —dice por lo bajo, con una sonrisa sugestiva. Mercury continúa viéndolo, como si hallara sus intenciones a través de la mirada, y al comprender, alza las cejas ligeramente sorprendido. 

—Tú si que no pierdes el tiempo, eh...—Roger ríe por lo bajo—Bueno, me encantaría seguir hablando de tu ansiedad sexual pero tengo que irme, ya no tengo excusas para seguir llegando tarde al trabajo. 

—Lola y yo nos iremos también, la llevaré a terapia —suspira con pesadez al recordar que él tiene que hablar con el psicólogo antes que su hija—. ¿Qué diré si me preguntan por mi trabajo? 

—Di que estás desempleado. —se encoje de hombros, a Roger no le convence su respuesta. 

—Pero no puedo mentir...—argumenta—. ¿Y si mi trabajo tiene algo que ver con la actitud de Lola? ¡Eso podría cambiar todo el diagnostico! 

—Decídete, Rog. Ese hombre es muy amable, muy educado, no te juzgará, créeme. —Taylor asiente, su amigo le da unas palmadas en el hombro como para tranquilizarlo. 

Roger se dirige al cuarto de la pequeña para recordarle que tienen que irse. Primero golpea la puerta suavemente para anunciar su presencia, luego asoma la cabeza y la encuentra sentada en la cama con una muñeca en sus manos a la cual mira con abatimiento. Él se entristece rápidamente al verla así. 

—Lola, ¿Estás lista, amor? —le pregunta desde su lugar, forzando una sonrisa.

La pequeña alza la vista y asiente con debilidad. Roger entra a la habitación y se sienta a su lado para darle un abrazo. Ella se refugia en los brazos de su padre y pronto empieza a sollozar en su pecho. 

midnight dance; brian may & roger taylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora