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Despierta con un dolor de cabeza leve, su cuerpo todavía no se recupera de los reiterados espasmos. Tiene la mente nublada, no recuerda mucho, solo el mejor sexo de su vida.

La primer sensación que tiene es sentir el calor del menor conteniendolo, percibe sus brazos rodeándolo y una de sus piernas abrazando su cadera.  Siente como las suaves mantas cubren sus cuerpos desnudos. Roger recuesta su cabeza en el pecho de Brian, no puede verlo, pero supone que los rayos del sol iluminan su palidez, que los mechones rubios esconden parte de sus facciones y que sus labios forman una pequeña sonrisa. Brian sonríe ampliamente al imaginar aquello, y se aferra aún más a su amante. Es increible despertar con el amor de su vida a su lado y admirar su belleza inmaculada todo el tiempo que desee. Es verdaderamente un afortunado.

De pronto, Roger también reacciona apretándolo fuerte, haciéndole saber que acaba de despertar o que ya lo estaba hace unos momentos. 

—Buenos días Roggie. —saluda el rizado, depositando un beso en su cabeza y acariciándole la espalda de arriba abajo, con movimientos lentos y gentiles. 

Taylor se incorpora buscando apoyo en uno de sus codos. Mira a Brian en silencio durante unos pocos segundos, con la sonrisa de un completo enamorado viendo la perfección personificada en un ser humano. Se acerca para darle reiterados besos que abarcan cada rincón de su boca.

—Buenos días —dice, tras separarse unos centímetros—. Desayunarás con nosotros, ¿Verdad?

—Sí. —al principio lo duda, pero siendo Sábado  supone que no habrá problema si se queda solo unos minutos más. 

El rubio sale de la cama y recoge su ropa del suelo, Brian lo sigue con la mirada, maravillándose con cada milímetro de su cuerpo. 

Parece que las cosas son así. De noche se dejan llevar por los impulsos, movidos por el deseo pierden la compasión y la ternura, únicamente se enfocan en llevar sus cuerpos al limite. Pero de día se vuelven cariñosos y  tienen la necesidad de recordarle al otro cuanto lo aman todo el tiempo. Están bien con eso, es un equilibrio agradable. 

—Mira lo que le hiciste a mi pobre vestido.  —le reprocha, alzando la prenda rasgada la cual Brian le arrancó la noche anterior. El mencionado se avergüenza y aparta la mirada, indignado por haber sido tan impulsivo, tan ridículo.

—Te compraré otro. —asegura y sale de la cama para vestirse.

Roger ríe y sigue cambiándose, creyendo que May solamente está bromeando, pero él habla totalmente en serio, de echo, es probable que en lugar de comprarle uno termine comprando cinco.

Cuando ambos están arreglados, Roger le da un beso corto al mayor y lo toma de la mano, indicándole que lo siga.

—Ven. —dice por lo bajo al abrir la puerta. Brian hace caso, ligeramente asustado por la idea de encontrarse a Lola por ahí.

Al adentrarse en la sala, visualizan a Freddie sentado con una pierna encima de la otra, con una taza de té en la mano y leyendo una revista aparentemente de moda. Gira al escuchar a la pareja aproximándose, y sonríe. Le encanta verlos juntos, son tiernos cuando no están besándose cada dos segundos.

—Buenos días Fred. —saluda el rubio con amabilidad, algo extraño en él puesto que acostumbra a estar de mal humor todas las mañanas. Sin embargo ahora tiene una sonrisa adorable, y se ve perfecto, como si hubiese tenido un sueño reparador por primera vez.

—Buenos días queridos. —responde con el mismo tono simpático. Brian únicamente le sonríe, está complacido por no sentirse un estorbo, o al menos eso interpreta.

—Siéntate, te haré el desayuno. —ofrece Roger, apuntando la silla en frente de Mercury.

—Te ayudaré. —sugiere May. Roger lo toma por los hombros y lo obliga a sentarse.

midnight dance; brian may & roger taylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora